Somos un pobre instrumento. Lo noto cuando sufrimos, cuando lloramos, cuando incluso, en los momentos más felices, nos sale una mueca de alegría inmensa. Y el instrumento se apaga todas las noches para reponer fuerzas, para conectar con el subconsciente y determinar qué experiencias han merecido la pena, qué experiencias dejarán o no una huella en el alma. Si miramos bien nuestros días, cada uno de ellos, antes de acostarnos, deberíamos pensar qué cosas han merecido la pena. De esas veinticuatro horas, de esos infinitos mil cuatrocientos cuarenta minutos y esos inacabados ochenta y seis mil cuatrocientos segundos, qué cosas llegaron a merecer la pena. Cuando llega la noche nos cuesta recordar esa vida mecánica, pusilánime y aburrida que se embarca en la rutina más absoluta. Pero hay detalles hermosos que no pueden escapar, que deberíamos retener a diario. A veces, en ese tiempo que transcurre sintiéndonos infinitos, como si tuviéramos por delante el universo entero, no somos conscientes de que cada segundo vale, de que cada segundo cuenta, porque ya no volverá. Y es así cuando nos revelamos ante la vida y la cogemos de frente y estrujamos con fuerza cada instante que pasa, como si de ese instante dependiera la asfixia del vivir. Me gustaría que cada segundo dejara huella en el alma. Que fueran tantas las experiencias y los conocimientos de cada día que la recapitulación vespertina fuera en sí misma toda una aventura. Al final, si el alma existe, sólo se llevará de nosotros esas huellas. Lo demás se convertirá en polvo. Nuestra vajilla, nuestro coche, nuestra casa, nuestro dinero, nuestro esfuerzo y todos nuestros tesoros quedarán enterrados bajo tierra. Todos excepto las huellas que hayamos impreso en nuestra existencia.

Las huellas en el Alma, son cada uno de esos pequeños instantes que vivimos amando-en toda la extensión de la palabra-.
Mas vale un segundo vivido con intensidad, que mil años dormidos experimentar la vida-Rafael Aparisi-.:
Un abrazo en tu Alma
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Disculpa amigo Javier…quise escribir….que mil años dormidos, SIN experimentar la vida.
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Totalmente de acuerdo Javi…somos infinitud y a veces nos olvidamos de ello…y pasamos por la vida con la mente bien alta y el corazón, antesala del alma, bien bajo…A veces, también ceo q estamos en un gran laboratorio de ingeniería álmica…y sólo cuando no estamos desde la mente consciente es cuando realmente Estamos en Nosotros y podemos Ser…bueno, no lo creo, sé que es así…y mientras tanto, buscando la manera de dejar huella, con el corazón bien alto y la mente, bien baja.
Biquiños y feliz tarde.
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Ese agua de la cascada…la que baja…una vez aquietada, silenciosa. cristalina…debe ser un remanso de Paz……..
Abrazos
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por suerte o por desgracia es lo que da el menu, por algo mi lema, te digo:
carpe diem.
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Mas si se es consciente de que la vida es efimera, disfrutaremos mucho más de esas horas, esos minutos y esos segundos, y todo habra merecido la pena, todo lo vivido seran huellas del alma, cuando todo acabe y lleguemos al sueño eterno. besitos.
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No somos pobres instrumentos.
Si lo somos, en nuestras manos se encuentra la posibilidad que ellos suenen con la mejor melodía, y al acorde de la sinfonía que compongas para ti.
La vida son suspiros, de ti depende si quieres soñar para ti, o deseas que los demás rompan tus sueños.
Un abrazo.
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