El bosque mágico


Estar a veinte grados en pleno diciembre no es normal. Había momentos que hacía más frío dentro de casa que fuera. Había momentos en los que nada importaba, ni el frío ni el calor, excepto la unión y la complicidad. Por ejemplo cuando veíamos crecer al bosque animado, al bosque mágico. Allí, los tres, portando velas, creando lugares y momentos, esparciendo alimentos para los duendes, viendo como las setas crecían alrededor de todo el suelo mojado. Hacíamos fotos desde la hierba y el resultado era mágico. Al verlas desde la pantalla, realmente parecía un bosque encantado, lleno de criaturas, lleno de vida multicolor. Los cinco días juntos han sido maravillosos. Los tres nos hemos olvidado del mundo. Hemos tomado decisiones serias que deberé digerir ya que modifican sustancialmente proyectos vitales. También hemos sembrado semillas que deberán germinar hacia donde el destino nos fije. Pero lo importante de todo era la felicidad en las pequeñas cosas. Aquella que se gestionaba entre risas y juegos, duendes y bosques encantados… Esa felicidad que no puede nombrarse, que no puede explicarse, que solo cabe en el estallido de una lágrima o en el decoro de una sonrisa pungida por el olor del momento. Nadie nos enseña que la felicidad nace de lo auténticamente sencillo. Nadie nos explica que el calor de un momento puede llenar de vida a todo un bosque… Doy gracias a la vida, que me ha dado tanto…

8 respuestas a «El bosque mágico»

  1. Además de todas tus locuras eres poeta. Me encant´el bosque mágico, y nosotros vivimos en el desierto y hay pocas flores. Eso sí, cuando florece un cactus, el júbilo es total y de todos. Te felicito, querido Loco, que seas muy feliz, ya lo eres, pero más. Te quiere tu amiga R.

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  2. A mi modo de ver es importantísimo saber apreciar los buenos momentos y ser conscientes de que estás siendo feliz en ese instante determinado, largo o breve y que estás viviendo, un momento irrepetible por banal o nimio que sea, como presenciar un aleteo de un ave acuática cuando empieza a volar con una luz maravillosa que envuelve la escena o el rumor de las hojas en el árbol, acompañado del susurro del agua o, aún más importante, que estás inmerso en una etapa muy feliz de tu existencia y la valoras.
    Por contra, pienso que hay algunas personas que se dan cuenta, a veces, de que han sido felices o que han rozado con los dedos la felicidad cuando la situación o el instante ha pasado y eso debe ser, seguramente, muy doloroso y triste.
    Yo soy de las personas que desde hace larguísimo tiempo agradezco todo el tiempo lo que se me ha dado, sobre todo la vida aunque la mía, supongo que como la de la mayoría de las personas, dista mucho de ser perfecta y completa y me considero una persona bastante feliz, por regla general.
    Pienso que solemos ser pudorosos, yo lo soy, a la hora de expresar nuestra felicidad, de decir simplemente: soy una persona feliz porque sabemos que hay gente que no lo es, aunque pueden tener mejores condiciones para serlo que nosotros.
    Felicidades, Javier, por tus comentarios y gracias.
    Abrazos.

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