La Aristocracia en la Era del Saber


Leía ayer una entrevista al editor francés Antoine Gallimard que cuestionaba el futuro del libro y la optimista visión de un editor de raza que ve en el futuro una sonrisa de esperanza. Reflexionaba mientras leía sus palabras sobre la era en la que nos encontramos, sin duda, la Era del Saber, la era del conocimiento, la era de la luz. Y me acordaba de la gente que antiguamente llamaban “culta”, de esa que siempre ha leído libros por esa insaciable curiosidad por conocer y saber. Pero la lectura nunca ha tenido relación directa con la cultura, o con eso de ser culto. En un mundo como el nuestro, donde los matices de clase apenas se perciben de unos a otros gracias a la gran explosión de esa clase media que todo lo impregna, el ser o no ser culto, el ser o no ser educado en las artes, quizás tenga más que ver con la forma en la que se distribuye el tiempo, los esfuerzos y el talento. Es evidente que todos tenemos talento y es evidente que todos somos dioses en potencia, pero también es evidente, y sin querer entrar en juicios, prejuicios o valoraciones gratuitas, que si en vez de leer las obras de Homero o de Schiller prefieres dedicar tu talento, tu tiempo y tus esfuerzos en jugar a la PSP2, seguramente la clase de motivaciones, relaciones y conversaciones diferirán enormemente. Eso determinará también con quién te relacionas y con quién deseas compartir tus esfuerzos. No es lo mismo hablar con personas expertas en MotoGP para la Play Plus que hablar sobre los dramas de Goethe o la teoría de los colores de Newton. ¿Y por qué digo esto así a la brava? Porque esto nos preocupa seriamente a los editores independientes, empeñados en que la cultura, o el culto al conocimiento y las luces del saber, no se pierdan con la abominable obra posmoderna. Digamos que Sony o la Xbox o la Wii son competidoras duras en esta lucha por captar la atención de las nuevas generaciones. La lucha, casi diría que una lucha conservacionista, conservadora, guardiana, cautelosa, vigilante y estrechamente vinculada al amor a la sabiduría en todos sus aspectos, es una lucha sin cuartel. La era digital tiene sus cosas buenas, como defiende el editor Gallimard, y supongo que, como en todas las eras, siempre habrá aristócratas de la cultura y el saber, cosa que nunca cambiará aunque las formas digitales se empeñen en modificar ciertos hábitos. En un mundo moderno donde la aristocracia tiene más que ver con el poder de los mejores y ya no tanto con su relación monárquica, se erigirán como los nuevos “mejores”, como la nueva aristocracia, aquellos que sobrevivan a la era digital y puedan plasmar en sus escudos nobiliarios futuros ese culto a la sabiduría, ese amor al conocimiento y esa entrega al servicio de la raza humana como mayor seña de sangre real. Así, la vieja aristocracia anquilosada en títulos heredados de, posiblemente, verdaderos superhombres de la antigüedad, será abatida por los nuevos aristócratas, es decir, los que son reconocidos por su talento, su arte o su entrega, y cuyo poder deviene de su interrelación, casi heroica, con el medio donde viven. Bienvenidos, dirán algunos, a la era de los príncipes del saber y la acción, los príncipes de la buena voluntad y del poder ejercido con la gentileza de una sincera y extrema generosidad. La elegancia de los excelentes, los auténticos Aristo-Kratos, harán posible un nuevo mundo de luz, sabiduría y generosidad. De ahí el empeño extremo de rescatar a cuantos más mejor para esa noble batalla. Está en juego nuestra identidad cultural que vemos como se diluye en la efímera era digital. Y necesitamos una nueva aristocracia de superhombres capaces de rescatar nuestro legado humano.

 

8 respuestas a «La Aristocracia en la Era del Saber»

  1. Voto porque nunca desaparezca el libro. Un libro, cualquier libro, te puede ofrecer algo que no lo harán los formatos digitales.

    Hay espacio y tiempo para todo, nace alguien y comparte espacio con el ya nacido y mutuamente se nutren de aprendizaje y enseñanza, pues lo mismo con los objetos que tienen profundidad.

    Si hay que cambiar la estética de algún libro para que llame más la atención a la hora de tener algo bello en tus manos, ahora hablo de la parte material, que también existe, pues se cambia. De hecho en Séneca tenéis algunos libros con unas portadas y formatos muy originales.

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  2. Sincesaramente no creo que desaparezca nunca el libro… lo valioso de la vida de tantas y tantas personas se esconden en las intimidades de las paginas de los libros.
    Para mi no tiene sentido la lectura electrónica, no me motiva, necesito acariciar el libro para percibir toda el alma vertida en el…

    El mundo esta lleno de miles de locos, locos maravillosos que hacen posible el rescate de libros que nunca perderan la actualidad, los libros del presente son el futuro del mañana.

    http://confusiondeconfusiones.blogspot.com/
    http://www.macanaz.com/#!__inicio

    La naturaleza, la estaciones, los pájaros, la vida con sus ciclos vitales no podra ser jamas cambiada por ninguna máquina, como tampoco el contacto con el otro, la acaricia, el roce, una mirada… y un libro es exactamente lo mismo, no puede sustituirse, un libro tiene alma y necesita ser acariciado para que cumpla su misión de transmitir vida y emociones.

    Un abrazo

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  3. Me declaro fectichista del papel… tomar un libro, pasar las páginas, si la edición es cuidada mejor! el olo de un libro nuevo o antiguo…el color usado de sus páginas releídas…nada tiene que ver con leer a tráves de un Ipad… también me declaro seguidora de las nuevas tecnologías… así que pienso que se suman experiencias y sensaciones… no son incompatibles ni excluyentes… iran evolucionando…

    En el caso de los libros, las revistas… esta iran a ediciones más especiales… desear el objeto, sentir materialmente la sensación que produce…eso es inalcanzable desde lo virtual…

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