Sobre el placer de las pequeñas cosas


 

Acabo de llegar de Sevilla, he abierto una lata de Alubias a la Jardinera de la marca blanca Hacendado. Calculo que hoy me habré gastado en el menú menos de dos euros. Si contamos el tradicional desayuno de leche desnatada con su colacao, miel de la sierra de los Ángeles y las indispensables galletas TostaRica más los cereales de esta noche, quizás no haya gastado más de tres euros en alimentar mi cuerpo físico. Eso supone un máximo de 90 euros en comida al mes en condiciones cuasi eremíticas. Y eso sin contar que tengo la huerta abandonada y por lo tanto no me ofrece frutos ni nada comestible excepto algún espárrago triguero que de vez en cuando sale por algún rincón. Hacía estos cálculos porque hoy me ha escrito mi viejo amigo E. hablándome sobre ese cosquilleo que tanto nos reclama cuando estamos cerca de buscar un cambio. E intuyo que el cambio que el busca, dados los tiempos que corren, pasan por dejar trabajo y algunas otras cosas más y dedicarse a otro tipo de tareas que tengan más que ver con la riqueza interior. Como tiene una bonita casa en mitad de la sierra de Castellón, no deberá preocuparse de pagar hipoteca, así que eso y la falta de cargas familiares le da una ventaja en cuanto a ese tipo de decisiones. Como sabe algo de artesanía y además tiene una pequeña huerta y gallinas, quizás no resulte difícil conseguir esos cien euros para subsistir desde una perspectiva eremítica, sin excesos, sin despilfarros. En una gran ciudad como Madrid o Barcelona, donde los alquileres pueden llegar hasta los tres mil euros al mes esta idea sería imposible de imaginar. Así que desde aquí le animo a que siga los dictámenes de su corazón si ese es su deseo. No tiene porqué andar buscando tal y como está el patio grandes riquezas materiales, pero seguro que encontrará una brizna de riqueza interior. Al menos esa luz que nos acoge y calienta cuando hacemos justamente eso que deseamos. Envidio esa libertad suya y la hago mía mientras aún saboreo placenteramente los restos de las alubias a la jardinera. Ánimo amigo… está todo por hacer…

 

4 respuestas a «Sobre el placer de las pequeñas cosas»

  1. nos hemos vuelto , tan tontos, tan superficial-es y tan llenos de gloria a nuestro alrededor que nos hemos olvidado de la verdadera esencia sel ser humano, que es ser humano, el ser interior, rodeados de trajes , fiestas y manteles en la mesa, que casi se nos olvida ser humanos, nuestro ser interior, es lo mas importante, no importa si te tomas una lata de judías o una comida en un excelente restaurante,la necesidad humana es la misma satisfacer el estómago, pero como te sientes tu por dentro eso es lo que importa, cuantos hay que han vendido su dignidad por un plato de alubias, pero al fin y al cabo no nos toca el papel de juzgarlos, solo es una necesidad de ser humano, esperemos dar GRACIAS, por el plato de alubias, y seguir conservandolo, es mas pidiendo tambien por los que no lo tienen!!!
    m c.

    Me gusta

  2. Mue. Como bien sabes siempre que leo algo tuyo me recuerda mis tiempos de estudiante en Linares, pero hoy más aún si cabe. Recuerdo que con un presupuesto muy limitado los números que yo hacía eran muy parecidos a los que nos has expuesto.
    Si el ser humano se hubiera limitado a alimentarse olvidandose de otras comodidades, tales como el movil, internet, ropa … etc (al igual que en sus tiempos fué la rueda, el fuego, la escritura…) posiblemente no habríamos evolucionado nada. El ser humano, por naturaleza es inconformista y nunca tenemos suficiente.
    A mí me encantaría irme a vivir al campo y vivir de sus frutos, pero eso tal y como esta hoy en día la sociedad es una UTOPÍA, ya que no solo tedría que alimentarme, sino que además tendría que vestirme, pagar el teléfono, recibos de contribución, el seguro del coche, pañales para el bebe, potitos, medicamentos… etc y todo eso se paga nos guste más o menos, con dinero. Atrás quedó el tiempo en el que lo que funcionaba era el trueque, el que tenía gallinas las cambiaba por conejos…

    Me gusta

Deja un comentario