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Mi percepción de lo que ocurrió ese ominoso 11 de Septiembre de 2011 es que, a mi juicio, se nos tambaleó grandemente la quietud de nuestras vidas en nuestro ordenado mundo, en gran medida; se nos quebró la sensación de vivir en un mundo seguro, estable, protegido y a partir de entonces, la intranquilidad, la desconfianza y la inseguridad se asentó instalándose en nuestras vidas produciendo una gran zozobra en muchos niveles, pienso yo.
Debido a ello, se han fortalecido las medidas de seguridad osensiblemente en el mundo en que vivimos, en Occidente, lo cual, para mí, hace que entremos en un circulo vicioso ya que, por un lado, nos hacen ver que son necesarias debido a las amenazas a los que vivimos sometidos. Mas, al mismo tiempo, nos hacen sentirnos azorados, sobresaltados, como si debiéramos estar siempre vigilantes, al acecho, y ello, en mi opinión, produce mucha desazón en muchísimas personas, casi rozando, en ocasiones, la paranoia, en algún modo.
Además, en el mundo occidental se hizo conocido el factor del radicalismo musulmán que, a mi juicio, se debe a una lectura sesgada y totalmente subjetiva del libro sagrado de los musulmanes, el Corán, para los fines particulares y oprobiosos, ciertamente, de unos cuantos musulmanes, sin duda alguna, no de todos.
Pienso que se podría decir que ahora el fundamentalismo musulmán es el nuevo enemigo feroz de Occidente, el Mal, en la sempiterna división maniqueista existente del mundo entre el Bien, nosotros, Occidente y el Mal, ellos, los otros.
Al mismo tiempo, creo que los grandes poderes siempre necesitan tener algún enemigo, real o potencial, a quien achacar todos los males o para sacar todo el arsenal de armas listas para el combate …
Por otro lado, para los muchísimos musulmanes de bien, pacíficos, bondadosos, a su vez, comenzó aquel infausto día su particular calvario, una senda cuajada de espinas, aflicciones, problemas, sospechas, discordias y al mismo tiempo, una cierta división, para mí, entre ellos y nosotros, entre los musulmanes y los no musulmanes que tomará su tiempo para repararse y acercar posturas.
Yo creo que, cuando ocurre un suceso ignominioso y lamentable como el que nos ocupa, casi todos los seres humanos somos víctimas colaterales (usando el término actual), es decir, la inmensa mayoria de las personas salimos perjudicados, de uno modo u otro. Todos, o casi todos, perdimos algo …
Salvo, como habitualmente sucede, los amos y señores del mundo que mucho obtienen de todo y suelen salir indemnes, generalmente, de los fuertes embates, creo yo.
Muchas gracias, Javier.
Un abrazo para todos.
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