Subiendo a las colinas y montañas


Tras la comida de Ananta pasé a la habitación del hotel a reflexionar un rato. Sentía la necesidad, al menos la necesidad interna, de mirar al cielo apretado de luminarias. Por la tarde se presentó una hermosa estrella con luz propia, de profunda mirada e intensa vida que hipnotizó con su belleza y sus experiencias al menda que ahora escribe. Dimos un agradable paseo que terminó en cena y no tuvo desperdicio todo lo que aprendí en esas horas de intensa charla. Era la primera vez que nos veíamos pero hablábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Me sentí como en casa a su lado, porque todo me pareció familiar y sincero. Y. me abrió campos que desconocía y me llevó por senderos que para mí eran completamente nuevos. Así que agradezco sus sabías palabras y esos dulces momentos imborrables. Da gusto pasear por el mundo y dejarte llevar por las alas de esas luces celestes…

Hoy sin embargo el día empezó duro. Me desperté temprano y estuve una hora en silencio, contemplando cualquier punto fijo del universo e intentando comprender porqué aún seguía sintiendo ese remolino de emociones. Intenté respirar durante todo el día pero solo el bello paseo otoñal por las calles de Madrid con C. pudo aliviar un poco la tensión acumulada. Me llevó, como siempre hace, a las alturas, y desde allí pude contemplar Madrid desde otra perspectiva. “Verás como ahora lo verás diferente”, me decía amable y paciente mientras subíamos a la séptima planta del Círculo de Bellas Artes. Fue allí donde presentamos el libro “La Palabray el Tao” hace ya algunos años, y quién me iba a decir que iba a subir a ese monte para intentar elevarme hacia otra dimensión dentro de la taoísta frase de “tinieblas dentro de tinieblas, la puerta de todo misterio”. Así me encontraba, entre tinieblas, pero gracias a la estimable compañía de C. pude atravesar el portal hacia una nueva luz y una nueva enseñanza. Así que gracias mi niña por tu amistad y por tu amor incondicional. Nunca sabrás a ciencia cierta todo lo que has hecho en mí…

Y luego, para rematar el lienzo del amor y la amistad, la receta mágica de dormir en casas angélicas. Esta vez con la compañía amorosa de Joaquin y su familia, la cual es capaz de levantar el ánimo a cualquiera que se deje llevar por la sinfonía que desde las otras dimensiones orquestan la vida de estas luminarias. Hoy, antes del alba, habré subido a las colinas y montañas… Gracias a todos por vuestra luz…

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