Vivir de instante en instante


Veo que ahí fuera el mundo sigue su curso. Mayoría absoluta del PP, nuevo reparto de poderes, de favores, de reino de taifas, el pueblo que habla y los mercados que reclaman… En fin… De nuevo la vida. Leía mientras miraba ahí fuera un bonito texto sobre la confusión y el liderazgo de Jiddu Krishnamurti. Sin duda muy a cuento de lo que ocurre ahora, de la gran confusión global en la que estamos, de la necesidad, ante la ceguera y confusión, de buscar líderes que nos guíen, que hagan el trabajo por nosotros, que nos lleven, con su también confusión y ceguera hacia el abismo inevitable o la salvación perpetua.

Todo liderazgo es indicio de deterioro social. El líder es un elemento destructivo en la sociedad, reclamaba Krishnamurti. No queremos ver las causas de nuestra confusión, no queremos afrontar nuestros errores, nuestros conflictos. Preferimos ofrecer esa responsabilidad a otros. Preferimos con ello alejarnos de nosotros mismos, de nuestra libertad, de nuestro necesario compromiso con el mundo simple y llanamente porque no somos capaces de liderar nuestras vidas. Es mejor, más cómodo y más útil dejarnos guiar por la voluntad suprema de la corriente. Si te dejas arrastrar será más fácil llegar al final. Las fricciones que supondría liderar nuestras vidas, vivir de instante en instante con suprema libertad requiere de riesgos y luchas que no somos capaces de afrontar.

Ayer hablábamos entre Toledo y Madrid sobre dichas luchas. Parece cierto que hay tres tipos de consciencias o niveles de conciencia. La primera es la fase inconsciente, primaria del ser. la que vive en la confusión y requiere de liderazgo exterior. La que se deja arrastrar por la voluntad de un líder, de la masa, de un guía, de la corriente, del devenir diario sin pensar en exceso sobre las cosas de la vida y sus misterios. Es el duermevela que nos arrastra inevitablemente a la sala común, sin grandes agitaciones y sin mayores desvelos que los del sobrevivir a lo cotidiano.

La segunda tiene que ver con el despertar a la consciencia alerta, la que toma luz de sus adentros y es capaz de dirigir sus pasos, cueste lo que cueste, hacia los principios activos de la vida, hacia el propósito individual, hacia nuestra propia misión existencial. Es la reafirmación del yo espiritual, del supremo despertar del alma como lo acuñan desde la mística. Es lo que en el libro “Creando Utopías” llamé vagamente “la sacudida”. En esa fase hay una lucha inevitable porque hay que deshacerse de los viejos estímulos de la masa y de la inconciencia. Una lucha diaria y constante para superar las barreras de lo añejo, de lo caduco, y afrontar con cierta rebeldía lo nuevo, la aventura y el camino iniciático hacia la nueva vida, hacia el segundo nacimiento.

El tercer nivel tiene que ver con la supraconsciencia. Ahí la lucha interior cesa y llega a nuestras vidas la visión del propósito universal más allá de nuestro propio propósito individual. Nace una cierta paz interior que nos recuerda quiénes somos y qué somos en este teatro circunstancial. Es cuando el ser clama, como dirían los cristianos, ese “hágase Tu Voluntad y no la mía”. Ahí de nuevo nos dejamos arrastrar por la corriente, pero esta vez por una corriente superior, una energía que nace de los niveles más sutiles de la vida, aquellos que se encargan de construir lo que el Gran Arquitecto ha diseñado para nosotros. En ese estadio de realidad nos afiliamos a los ejércitos celestiales para contribuir a la Obra, a la próspera y diversa construcción de la existencia. Somos, en nuestros grados y condiciones, constructores del Adytum, del templo sagrado de la vida. Somos aspirantes a ejercer de soldados del mundo angélico.

Sea como sea, la vida sigue, sin importar demasiado en qué nivel de consciencia deseemos estar. Aquello que alimentemos estará bien, porque esa y no otra será nuestra función en la vida. Y la vida, que siempre es Una, ejercerá una profunda influencia en nuestro espíritu, así como nosotros en Ella.

(Foto: paseando en la otoñada por el norte de Madrid).

3 respuestas a «Vivir de instante en instante»

  1. Que reflexión más acertada Javier, mientras no asumamos la responsabilidad de nuestra vida, tendremos los líderes a los que nos parecemos y el péndulo seguirá oscilando de un extremo a otro.
    Esa foto del paraje otoñal me suena muchooooo

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