Dicen los expertos que el Diablo no tiene naturaleza estable. Es un imitador, un vampiro que necesita emular. Carece absolutamente de ser, y por ello, para darse una apariencia de ser necesita parasitar las criaturas de Dios. En todo es mimético, lo que es tanto como decir que es inexistente. El nombre hebreo Satán, que significa el acusador, utilizado por los evangelistas sinópticos, es sustituido por Juan por el término griego Diablo, ese ángel caído que se convierte en calumniador y en un resplandeciente imitador.
Más allá de la mitología, la reflexión me conducía esta tarde ante el inevitable paseo otoñal entre quejidos y encinas a pensar sobre los que imitan, sobre aquellos que están alejados del poder creador. Llevaba días pensando en el concepto de “energía libre”, sobre la pesadilla del mundo occidental sobre la “deuda” soberana, y las deudas individuales, sobre los disfraces que el mundo requiere para no crear, para limitarse a imitar aquellos patrones que hemos heredado de nuestros ancestros. Cientos de genios han sido callados. Miles de creadores tomados por locos. Millones de soñadores retirados al ostracismo más absoluto, al olvido, a la triste e irremediable sumisión del plagio.
Pero el Diablo está perdiendo la batalla. Los signos de los tiempos indican que una nueva fuerza, una nueva forma de ver la vida se está aproximando a nosotros. Nuestras virtudes, según todas las tradiciones, son aquellos aspectos que nos aproximan al mundo celeste, divino según qué tradición. Y estamos viendo cada día más y más a seres virtuosos, llenos de valores que trabajan constantemente para recrear un mundo nuevo, una vida nueva. Los espíritus bienaventurados están llegando en legión para cumplir su parte, su propósito. Los seres ardientes, los seres de fuego que han viajado durante eones para llenar de gracia este momento enigmático y único. Para aquellos cuyo cielo se abre ante ellos, los serafines danzan y cantan la gloria, la música de las esferas, el ritmo que ha de guiar el nuevo orden.
El Diablo ha perdido la batalla porque será de nuevo desterrado de sus confines. El odio, la amargura, la tristeza, la avaricia, el egoísmo, la sinrazón no pueden seguir gobernando nuestras vidas. Es un sinsentido que será reemplazado por la alegría y la sumisión total a una paz verdadera. Queremos, reclamamos que los virtuosos, los soñadores, los poetas, los creadores y creativos sean la raza que nos gobierne. Reclamamos a esos serafines y querubines para que endulcen nuestras vidas con sus mensajes, con sus anhelos, con sus visiones. Ya no creemos al Diablo, ni a sus disfraces. Ha sido, por fin, desenmascarado.
Qué así sea.
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palabra de ángel caído… ángel en la tierra, que llegó de las huestes celestiales para portar la luz… ¡luz, más luz!…
ángeles caídos, enamorados de las hijas de los hombres, nosotros, oh hijos de los dioses, elohims que reclaman luz, más luz…
Así es de cierto, porque eso que la ignorancia llama «el malvado», el diablo, no es más que el lucero del alba, lucifer, para los entendidos, aquel que reclama luz a los hijos de los hombres para que sigan su peregrinar por el mundo… por los universos… luz, más luz, para seguir caminando en esta inmensa oscuridad brillante…
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“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;” Mira a Cristo pues Él es la luz! Mateo 6:22
El resto ya no importa. Besos mil!!!!!!!!!!!!!!
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