Para los kami, los espíritus de la naturaleza según la tradición sintoísta, la cumbre de Duban ha sido un auténtico fracaso. Las chimeneas del mal llamado “progreso” han tenido más poder que la luminosa senda de la concordia, el respeto y la colaboración con la Naturaleza.El lado oscuro ha vuelto a ganar la batalla al lado luminoso. Así que los kami, viendo como avanza la ignorancia y el miedo en el mundo, se han confabulado para reclutar a los seres sensibles, aquellos que sientenla Fuerza, aquellos que responden a la llamada del lado luminoso.
Para los chinos,la Fuerzao Energía Vital es conocida como Chi (Qí), para los japoneses, como Ki, para los egipcios como Ka, para los gnósticos como energía vital y para los hinduistas como Prana. Es esa cosa que está en todas partes y que forma un gran vínculo entre los universos tangibles y los intangibles, un gran lazo entre todo lo que existe.
La verdad y la justicia no fluyen de nosotros, sino a través de nosotros. El amor y la libertad no fluyen de nosotros, sino a través de nosotros, el Chi, la energía vital, no fluye de nosotros, sino a través nuestra, nosotros que somos los regueros llamados a perpetuar los valores que han de cambiar el mundo. No son cosas que se piensen, que se racionalicen, sino que se sienten como algo interior. Y en ese sentir comprendía que el poder fluye dela Fuerza, de la correcta interpretación de esa Energía Vital que todo lo atraviesa e impregna. Siendo así, ¿qué podemos hacer para ser aliados de los kami?
En la vida práctica deberíamos desconectarnos de todo aquello que empobrece la naturaleza. Deberíamos ser capaces de poner placas solares en nuestros tejados y desconectarnos con ello de las grandes compañías eléctricas. Deberíamos ser capaces de no utilizar el coche privado, y de hacerlo, que sean vehículos no contaminantes, apostar por los coches híbridos o eléctricos y así no depender de las grandes compañías de petróleo. Consumir alimentos ecológicos y dejar de consumir todo aquello que no necesitamos. Reciclar, reutilizar y reducir, la regla ecológica por excelencia.
Podemos hacer muchas cosas para alinearnos con las fuerzas de la naturaleza y aprovechar la influencia de esa unión. Podemos hacer muchas más cosas de las que creemos. Podemos ir más allá de los límites de nuestros paradigmas y normas autoimpuestas. Podemos acercar la esencia de las cosas a lo que siempre fuimos, esa imitación cósmica que al igual que hacen las estrellas y los universos, respira.
¿Qué más cosas podemos hacer por los kami, por las fuerzas de la naturaleza, por nosotros mismos?

Pues, sin ánimo de ser simplista, sino concreto, conocerla, comprenderla y amarla: en toda su extensión; en toda su profundidad; en toda su belleza.
La vida continuada en la ciudad facilita la visión de lo natural como exótico, cuando en realidad es a la inversa.
La naturaleza no es un lugar turístico donde acudir a entretenerse. Es vivencial y así debemos visitarla.
Lo que se conoce, se comprende y se ama, se cuida de manera espontanea. La espontaneidad es la fuerza de cualquier relación. Cuidar lo que amamos, un don maravilloso.
Así no hará falta esfuerzo voluntarioso, bastará con la lúcida fantasía.
Un abrazo.
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