En la trémula noche


He trabajado algo y he paseado mucho. Y te he pensado más. Y te he sentido como aquella vez que viajamos a aquella galaxia lejana y atravesamos universos buscando la llama original. Te he llamado pero no estabas, así que he fingido que subíamos a la llanura del alma para galopar libres entre el frondoso amanecer. Y te he echado de menos. Como cuando gritas un llanto a expensas de que al otro lado del valle se encuentre el susurro acogedor.

Me he duchado y he puesto leña en el fuego. Vivo, ardiente, compartiendo momentos con el espíritu de la noche. He escuchado música irlandesa mientras imaginaba el verde de sus colinas y valles, con esas gaitas y violines y flautas que retumban en mi memoria colectiva como si se tratara de mi tierra virgen. No todo se puede atrapar en un momento, pero sí el suspiro que nos une cuando respiro y conspiro, conspiro y respiro.

Había un silbido susurrante. Había una espera. Había una antigua pintura rodeada de niebla. Un ser cautivo. Y un viaje, y un éxtasis en el goce. Y un círculo de emoción pura, y un rayo cosmicamente nativo, y una aspiración a ser eterno y un sentir de alma desprendida.  Quedo cautivo, sellando los ojos en el valle hondísimo, con llovizna y trémula calma.

Ya cae la noche. Ahora toca volar al otro lado… allí te espero… allí te abrazo… seas quien seas…

3 respuestas a «En la trémula noche»

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