Del miedo al amor


Estimada M.,
Mi pareja dice que el mayor miedo que tenemos los humanos es el miedo al amor… Quizás por eso siempre estamos saboteando constantemente las relaciones, por miedo… Nunca se me había ocurrido y ella me está ayudando a ver y comprender esos miedos de forma diferente, al menos, de forma consciente. Es terapeuta y la verdad es que lo hace tan bien eso de quitar los miedos que no tardé nada en mandar al carajo mi casa, que hasta ese momento era una pesada carga que no me dejaba ser libre. Me quitó el miedo y… ¡a la mierda! Hay miedos increíbles que no vemos. Por ejemplo, el miedo subconsciente a defraudar a nuestros padres. Hacemos cientos de cosas sin saberlo solo para satisfacer «el qué dirán» de nuestros padres, de nuestra familia, de nuestra sociedad… Hasta tal punto que creamos auténticos mausoleos en su nombre… Auténticas prisiones de las que nos cuesta salir constantemente… De esas también intento estar alerta para no dejarme llevar por las mismas… ¿Cuantas cosas hacemos, o dejamos de hacer por miedo? ¿Cuantas parejas hemos dejado o nos han dejado por miedo? ¿Cuantas oportunidades no hemos aprovechado en la vida por miedo al fracaso? Y cuando fracasamos, es tanto lo que aprendemos, es tanto lo que crecemos… ¿Por qué tenemos entonces miedo?
Agradezco tu franqueza y sinceridad…
besos y gracias…

10 respuestas a «Del miedo al amor»

  1. Cierto. El miedo puede paralizarnos de una forma poco racional. Aprendamos a vivir con él cuando toque y así sabremos esquivar sus jugadas.

    Hoy es un día muy bonito en Cataluña. Oda al Amor y a la Cultura, así que a todos los que entréis por el blog de Javier os regalo, de forma virtual, una rosa y un libro.

    Espero que os guste 🙂

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  2. Todavía no estoy preparada, pero no me vendría mal una sesión con tu chica, a ver si soy capaz de mandar a la mierda (como bien dices) mi trabajo, que me roba toda la energía y no me permite ser feliz. Tengo este trabajo porque no podía defraudar a mis padres, veintitrés años llevo ya de trabajos forzados, ¡Menuda condena! A veces pienso si no habría sido mejor ser una delincuente y pasarlos en la cárcel. Perdona, Javier, y perdonad todos, pero es que tocaste mi fibra sensible.

    Un abrazo.

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