El Nuevo Trato


«Los alemanes son como un bosque: cada uno se ve a sí mismo como un arbolito que no tiene sentido sin los demás«. Elias Canetti

El 15M del año pasado fue muy distinto al de este año. Cenamos en la residencia oficial de la embajadora de un país europeo que por aquel entonces era mi compañera sentimental. Teníamos como invitados al que fue un importante presidente de banca y su esposa, catedrática de derecho en una universidad de Madrid. Veíamos con cierta emoción todo lo que estaba pasando y la profesora y el que escribe animábamos para intentar ir a la Plaza del Sol y unirnos al movimiento. Por supuesto, el corsé de la embajadora y el presidente de banco fue más poderoso. Así que terminamos la cena hablando sobre lugares comunes y las particularidades de nuestro tiempo.

Ayer fue diferente. Al final de la calle Atocha, justo en la plaza que hay en frente del Teatro Calderón de Madrid, hay uno de los chinos más baratos que conozco. Por menos de siete euros puedes comer bien. Invité a Carlos, un emigrante peruano que lleva ya unos meses en paro y con un futuro bastante incierto. Hablaba del lujo de poder cenar en ese chino, recordando aquellos tiempos en los que ir a restaurantes no era un lujo sino una necesidad más para la socialización.

Dedicamos poco tiempo a los lugares comunes ya que dos calles más abajo se estaba desarrollando una revolución. Así que comimos algo, él más que yo debido al hambre de estos tiempos, y entramos pronto en materia.

Hablamos de la paradoja de Hollande, el nuevo presidente de Francia que nada más ser investido como tal, cogió un avión y se fue precipitadamente a Alemania a ver a Merkel. Como cuando antiguamente los reyes eran investidos y se iban a ver al Papa. La papisa económica lo recibió satisfecha y el mensaje del francés era contundente: “hay que crecer”.

El amigo Carlos y yo no dábamos crédito mientras paseábamos por la revolución en Sol. Aquí esta gente sin trabajo y sin casa y los poderes hablando de crecimiento. La desconexión con la realidad es tal que no presagiamos buenos augurios para el futuro.

Pensamos en voz alta que la sociedad en su conjunto demandaba un nuevo New Deal, un nuevo trato. Y que el crecimiento no era la solución, ya que Europa no puede seguir creciendo. Un ser humano, cuando llega a la edad adulta no puede crecer, solo puede compartir lo que ha conseguido en su vida. Y eso es lo que Europa debe hacer: compartir. Compartir el trabajo, los salarios, la educación, la sanidad. Justamente lo contrario de lo que están haciendo los gobiernos auspiciados por las políticas neoliberales del FMI. Recortar, recortar, recortar. Una especie de poda, suponemos, para que luego los tallos verdes crezcan más fuertes. Pero el árbol Europeo no puede seguir expandiendo sus ramas, sino que debe compartir sus frutos. Por eso la solución, las soluciones se aproximen más a aquello que el presidente Franklin D. Roosevelt intentó llevar a la práctica.

Subir los salarios y repartir el trabajo reduciendo la jornada laboral al mismo tiempo que se aligera las cargas que las empresas deben pagar al Estado en concepto de impuestos interminables. Al subir el salario y tener más horas de ocio, las personas consumirán más bienes y servicios que repercutirá positivamente en la reactivación de la economía. Esa subida de salarios se compensa con la reducción de cargas impositivas en las empresas, adelgazando con ello el sistema tentacular y clientelar del Estado. Es decir, hacer justamente todo lo contrario de lo que está haciendo el gobierno actual. No despedir a médicos y científicos, sino apostar por ellos. Y sí cerrar tantas embajadas, con perdón de mis amigos embajadores, quitar a tantos diputados, con el perdón de mis amigos diputados, vivir con menos senadores y políticos de toda clase. Regenerar el país requiere tomar decisiones maduras y valientes, y la sangría estatal en la que hemos vivido en estas últimas décadas ya no puede seguir así. Debemos adelgazar a Leviatán y a su clase política, agilizando el Estado para que cumpla su verdadera función.

Y así pasamos la tarde y la noche, inspirándonos para seguir adelante con optimismo y buscando los mecanismos suficientes para que la vida no se convierta en una pura supervivencia.

2 respuestas a «El Nuevo Trato»

  1. Jolín, pues a mi me encantan las soluciones que das. Ojalá hubiera quienes se atrevieran a llevarlas a cabo porque, de momento y sin vistas a cambiar, por aquí lo que se ofrece es muchas más horas laborales y el sueldo manteniéndose o bajando.
    Dicen que es la única forma de salir de la crisis, creo que confunden verbos: colaborar es uno y esclavizar otro muy distinto.

    ¿Os imagináis a los presidentes (dejemos de lado lo de importantes 😉 ) de banca en la Plaza del Sol?

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  2. En definitiva….que se nos han llevado nuestro dinero entre pillos y danzantes…..o lo tiene Zapatero?Seguro que si le preguntamos a Rajoy nos contestará AFIRMATIVO

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