Crédito o la vida en los bosques…


Cuando llegué a Andalucía hace siete años tenía doscientos mil euros en el bolsillo y andaba buscando el ideal de la vida en el campo, alejado del ruido, buscando momentos de lucidez y contemplación. Tras vivir unos años en la opulencia del crédito y el dinero fácil debido a la especulación inmobiliaria que todos padecimos en mayor o menor medida en la gran ciudad, estaba hastiado y decidí dar un cambio radical en la misma. Recuerdo que por aquel entonces tenía tarjetas de crédito de mil colores: American Express, Master Card, Visa… por un valor total de treinta mil euros en crédito fácil. En esa época no resultaba difícil gastar todo el crédito y luego devolverlo de mil maneras. Todo eran facilidades. Incluso recuerdo que si en algún momento tenías un apuro, podías pedir minicréditos en tu bancaonline que te ingresaban en el instante. ¡Qué tiempos!

Antes de que estallara la crisis decidí plantarme, porque veía que la gallina de los huevos de oro no podía durar toda la vida y necesitaba un cambio de vida radical y vital. En ese momento de éxodo político e intelectual pensé que en vez de gastar los ahorros en una casa, podía dedicarlos a mi carrera académica, que era el motivo por el cual había ido hasta Andalucía cansado del nacionalismo asfixiante (imposible hacer una tesis doctoral en Cataluña que no tuviera que ver con la identidad de los pueblos o el nacionalismo) y a una vida mucho más sencilla y desprendida.

Me planteaba el hacer una casa modesta, y el hacerla con nuestras manos, sin prisas. Es cierto que quizás hubiéramos tardado cinco o diez años, exagerando un poco, pero luego hubiéramos tenido toda la vida para disfrutarla, sin necesidad de hipoteca ni créditos y con la tranquilidad de no deber nada a nadie. Pero aquella idea fracasó precisamente por los motivos que describía en el librito «Creando Utopías», libro que escribí como advertencia a lo que luego inevitablemente sucedió.

Imagino a veces si ahora tuviera capacidad para pedir un crédito y poder contratar cuatro o cinco personas para Séneca, que es lo que realmente necesitaría para tener una empresa en condiciones: una secretaria, un maquetador, un comercial, algún editor, algún corrector… Seguramente Séneca crearía empleos y crecería vertiginosamente, pero me pregunto cual sería el precio a pagar… Pongamos pedir un crédito de 300 mil euros para pagar el sueldo de cinco personas durante tres años. ¿Sería capaz de amortizar ese dinero en esos tres años? No lo sé… Pero… ¿qué necesidad tengo de crecer y crecer a costa de deuda y crédito? ¿Puedo seguir así y vivir bien con lo que tengo?

Ante la experiencia que he tenido con las casas (compré tres de propiedad y la tercera, fruto del esfuerzo de años de trabajo y un poquito de suerte especulativa, terminó en el banco) no me atrevo a decir que el crédito y la generación de deuda sea la mejor salida. Sí que es la más cómoda, pero no sé si la mejor, excepto para las teorías que fijan el crecimiento como esencia de su filosofía.

Llevo tres o cuatro años sin tarjetas de crédito y no me va tan mal sin ellas… ¿Por qué antes, cuando las tenía, estaba tan angustiado a pesar de que gozaba de más dinero? Ahora tampoco tengo hipoteca y ya son pocas las deudas que arrastro debido a la quiebra de mis distribuidores. Y ahora me pregunto, ¿tendría ahora capacidad de ahorro para volver a empezar y construir una nueva casa y una nueva vida sin crédito, sin hipoteca?

Thoreau fue capaz durante dos años, dos meses y dos días que vivió en una cabaña construida por él mismo, cercana al lago Walden. De esa experiencia escribió un libro con ese mismo título y que editaremos en breve en Séneca: Walden, la vida en los bosques. Y quizás ese sea el próximo reto, hacer lo que hizo Thoreau en Walden y retirarme dos años a los bosques para ver si es posible vivir de esa manera, es decir, del fruto de mi trabajo, y no del crédito fácil y mentiroso… Un mundo nuevo es posible, claro que sí, pero requiere de mucho sacrificio y de mucho camino y experiencia que recorrer… Acepto el reto, acepto la disciplina.

5 respuestas a «Crédito o la vida en los bosques…»

  1. Sería bonito,o quizá utópico, que entre los que pensamos igual que tu -o parecido,- tu estas en otro nivel- reconstruyéramos un pueblecito de esos que hay abandonados y viviésemos a modo de la película planeta tierra…

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  2. No seas tonto, ya me gustaría a mí vivir en una gran ciudad como Madrid, con todos los actos culturales y de todo tipo que hay ahí. El campo está bien para ir unos días a descansar, pero nada más.

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  3. Para mi esta clarísimo… la vida en los bosques.
    No cambio por nada vivir en la ciudad y menos el endeudamiento sin fin, prefiero dedicarme a pastar con las cabras y contemplar las estrellas.
    Tienés la posibilidad de volver a la vida «normal» cuando te apetezca, sabiendo que cuentas con un refugio especial, lleno de ti, de amor y todo lo verdaderamente importante.
    Todo lo que cuentas lo he vivido, y multiplicado por tantas cosas…
    Ahora tengo cada vez más claro lo importante de la vida.
    Yo no quiero ser ya un empresario de éxito… solo quiero vivir y si en esa vida mia particular puedo aportar mi granito de arena, si puedo contribuir a tender una mano a quien lo pida, lo haré…
    Practico el trueque en mi vida actual en muchos sentidos, no tengo tanto como antes tenía pero soy inmensamente más feliz que antes, y en mi habita mucho más la paz.
    Hoy al volver de esa gran ciudad cerca de mi bosque, me he encotrado que las malas hierbas (manian que tienen aquí), no estaban; con alguién que practico el trueque, le dejo parte de mi espacio para que puedan estar y comer sus caballos, él me quita las malas hierbas de otro lugar. Una vecina me ha traido huevos, otra una calabacines y tomates de su huerta, recibiran una buenísima crema de las mias, y un pastel sin azúcar maravilloso.
    También practico una alimentación que me va a mi, libre de químicos y alejada de pensamientos oscuros, para estar y ser mejor y poder tener claridad mental hay que aprender a comer con amor a nosotros mismos…

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