El Rasta sin rastras


 

Tras un corto fin de semana en la Sierra de Gredos, el domingo hice un rápido viaje hasta Córdoba. El motivo es que mis padres, tras un mes de convivencia con el pobre Rastra, habían sucumbido a sus encantos y han decidido adaptarlo. Así que el domingo por la tarde estaba ya con los tres, el lunes acompañé a mis padres a la estación del AVE y luego fui corriendo al veterinario para pelar, desparasitar y vacunar a Rastra. Le pusieron el chip, le hicieron el carnet de identidad perruna y le pusimos un collar. El perro parecía otro. Me dio una sensación extraña el hecho de insertar a un perro semisalvaje, que vivía en completa libertad -con sus peligros-, en el mundo civilizado humano. Esa misma tarde del lunes hice el viaje hacia Madrid con él. Estaba alucinado por todos los acontecimientos. Su primer viaje en coche lo hizo perfecto. Y ayer, para celebrarlo, le dimos un paseo por la Casa de Campo. Ahora estará dos semanas con nosotros en la Sacedilla y en luego de nuevo viaje hacia Barcelona. Al final la realidad se impuso y aquel tímido perrito que vino hace unos meses a compartir cierta soledad ahora se ve insertado en la familia. Qué cosas tiene la vida…

3 respuestas a «El Rasta sin rastras»

  1. Qué alegria me da saber que al final se ha quedado con vosotros, bueno con tus padres, es supercariñoso y la vida le ha dado una segunda oportunidad de encontrar a alguien que le dé mimos, caricias que el tanto solicitaba..
    Besos…

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