El ser insatisfecho


Vivir con déficit, ya sean carencias afectivas, emocionales, materiales, intelectuales o espirituales significa estar alejados de la vida plena. La plenitud no se alcanza desde fuera, con cosas externas, sino desde dentro, con una reflexión y un trabajo interior importante.

Una persona cargada de déficit siempre culpará al otro o a lo otro de esa carencia. No será capaz de realizar un trabajo interior de autocrítica, y siempre verá en el otro al culpable de sus carencias. “No me atiende lo suficiente”, “no me da lo que necesito”, “no cumple mis expectativas”, “no me comprende”… Estos serán algunos de los reproches más habituales en una persona carente.

La satisfacción y la felicidad plena es algo que nace de dentro y tiene que ver con la forma en que entendemos el mundo. Primero desde el necesario respeto. No podemos vivir en un mundo cargado de demandas, sino que debemos acercarnos al mismo cargado de propuestas, de alternativas, de hechos que nos acerquen más y mejor a la belleza del mismo. Podemos hacerlo. Podemos enfocar nuestra atención en aquellas cosas que de verdad nos satisfacen, y centrar nuestros esfuerzos más íntimos en la culminación de las mismas. Las personas autorrealizadas son aquellas que disfrutan con lo que hacen, con las personas que les rodean, sin exigir nada, sin reclamar nada, atendiendo a cada momento y a cada circunstancia con verdadera emoción. No les importa el tener muchas o pocas riquezas si realmente están realizando su propósito. En cambio, la persona deficitaria estará todo el rato quejándose de su vida y reclamando para sí misma el mayor de las atenciones, sin ser capaz de mantener una relación adulta e independiente con su entorno y con los que le rodean.

Materializar nuestro destino tiene que ver con esa realización. Es posible que algún día nos encontremos despistados o tristes. Es natural. Somos humanos. Pero si perseveramos en nuestro propósito, la alegría y la felicidad serán la señal inequívoca de que ese, y no otro, es el verdadero camino. Una persona insatisfecha jamás logrará encontrar esa calma y esa tranquilidad porque siempre demandará más, como ese niño insatisfecho que demanda el abrazo de una madre y el calor y la protección de un padre.

Estamos insatisfechos porque estamos divididos, porque no estamos integrados en nuestro ser verdadero. Esas constantes demandas y reproches a la vida es una clara señal de que algo no va bien, de que debemos sanar una parte que está dañada o mutilada por algún error pasado o algún abandono inconsciente. Actuar desde referentes erróneos, con pautas equivocadas o en relaciones disfuncionales nos aleja de nosotros mismos y de nuestro centro. Y tendemos a culpar al otro o a nuestras propias circunstancias pasadas o presentes de nuestra desdicha. No culpemos al otro de nuestras carencias. Seamos lo suficientemente grandes para dar y no esperar que nos den, para abrazar y no esperar que nos abracen, para ofrecer alegría, y no esperar que nos alegren. La generosidad es la pista que nos señala que estamos ante alguien autorrealizado. El egoísmo es aquello que nos indica que estamos ante alguien mutilado.

17 respuestas a «El ser insatisfecho»

  1. Es verdad que cuesta llevarlo, pero si aprendes a ser consciente cada momento, cada pensamiento, se consigue pequeñas grandezas.
    Mi hijo Víctor se fue con 19 años. A esa edad ya tenía un sentido de la vida y de la muerte…admirable. Le gustaba mucho una canción de Extremoduro, «Salir» . Sé que le gustaba porque entre sus libros , sus carpetas…entre sus cosas, en cualquier hueco tenía esta estrofa:

    «Para algunos, vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos…

    … Yo, más humilde soy, y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente…»

    Ésto es la inscripción que figura en su lápida.

    Gracias Javier por las bellezas que nos escribes.

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    1. Estimada María…
      nos has conmovido a todos con tu escrito y con las palabras de tu hijo… Sólo pido que todos seamos mecidos hasta el siguiente instante, en paz y amor…
      Gracias de corazón por tu hermoso testimonio…
      un abrazo sentido…

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  2. No hay satisfacciones perpetuas. Después de cada satisfacción,aguarda una insatisfacción.

    ALEGRÍA. Poesía de E. Aprile
    La sonrisa de los picaportes que me abren sus puertas,
    la mansa claridad de los ojos que no me mienten,
    la sencillez del pan que en mi boca no pide razones,
    la desnudez de todas las palabras que me hablan,
    la ternura del deseo y el deseo de la ternura.

    La ceguera de las llaves que me abren el universo,
    la buena obscuridad de la noche que todo lo sabe,
    la ventana abierta cuando la lejanía pinta inviernos,
    la caricia como un paraguas para que no llueva el olvido,
    el amor de la soledad y la soledad del amor.

    La lealtad de los recuerdos que me aguantan la historia,
    la vaguedad con que la brisa acompaña mis extravíos,
    las manos abiertas de la melancolía donde me descubro,
    las porfías cerradas del coraje con que no me entrego,
    los sueños de mi vida y la vida de mis sueños,

    A veces para no morirse de tristeza, basta con un inventario.

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  3. «En cambio, la persona deficitaria estará todo el rato quejándose de su vida y reclamando para sí misma el mayor de las atenciones, sin ser capaz de mantener una relación adulta e independiente con su entorno y con los que le rodean»

    …pues eso

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  4. Mientras leía este escrito me acordaba de la conversación que tuve el otro día con mis sobrinos. Era en relación con el amor hacia los demás.

    En estos tiempos de carencias no podemos dejar pasar la idea real de la inagotable fuente que poseemos.
    Esta fuente es el Amor.

    Puedes amar a dos, a diez, a mil, a diez mil… puedes amar a personas en cantidad infinita y con ello no dejas mermada esa fuente, esa capacidad.
    Es algo tan obvio como trascendente. Tenemos en nuestras manos una hermosa e inagotable fuente que cuanto más la «usas» mejor te sientes y mejor haces sentir a los demás.
    ¿No es genial?

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