Peregrinando de nuevo


‎»El amor no es una cosa de la mente. Y sólo cuando la mente está de veras quieta y no espera nada, ni pide ni exige, ni busca ni posee, cuando ya no tiene celos ni temor ni ansiedad, cuando la mente está realmente en silencio, sólo entonces es posible el amor» (Krishnamurti)

A principios de años hice quizás la más importante de las mudanzas. Atrás dejaba siete años de intensos esfuerzos por construir y luego mantener la que iba a ser “la casa”, el hogar definitivo, o, tal y como yo lo configuraba en mi psique interior: el cuartel general, por eso de que un peregrino es nómada por naturaleza. La vida quiso que esa casa terminara en manos de la banca por un engaño ocasionado hacía algunos años. Ese engaño bancario obligó a que aceptaran la dación en pago y me quedara sin casa a cambio de la deuda. Hice ese canje con ilusión pues se abría ante mí el reto de formar un nuevo hogar desde lo que parecía una base sólida. Por eso, en esa mudanza no tuve reparo en casi regalar todo, absolutamente todo lo que había en ella.

Unos meses más tarde de esa tragedia, porque abandonar un hogar siempre es trágico, vuelvo a hacer el mismo recorrido. El hogar que tan amorosamente habíamos construido vuelve a abandonarse, esta vez sin ser algo que hubiera ni siquiera imaginado hace unas pocas semanas.

Es evidente que detrás de toda esta nueva tragedia, tan continuada en el tiempo y tan plagada de desapegos casi obligados, se encierra un mensaje. Tendré tiempo, en la soledad del Mediodía, para analizar su contenido y su misterioso afán por verme de nuevo con la mochila a cuestas. Así que nueva mudanza, dejando aquí los bienes del esfuerzo de todos estos meses por imposibilidad de llevarme a ningún sitio todo esto. De nuevo pena y tristeza y de nuevo ganas de encontrar un lugar tranquilo donde esto no vuelva a pasar, porque uno con la edad se hace mayor para estos trotes y solo desea esa tranquilidad mínima para seguir creando. Veremos qué ocurre en los próximos meses, y qué clase de milagros nos aproximan de nuevo al camino.

Así que hoy me despido con pena de esta hermosa Sacedilla que tanto nos ha dado, en agradecimiento al Universo por habernos ofrecido este regalo y haberlo disfrutado durante estos meses. Me despido de sus paredes, pintadas con nuestras propias manos, pero también de su espíritu. Gracias, gracias, gracias, y hasta pronto…

8 respuestas a «Peregrinando de nuevo»

  1. Querido amigo, volvemos a encontrarnos «ambos dos» en el cruce de caminos, esperando que de nuevo la vida nos lleve «definitivamente» al menos a mí, tu aún eres muy joven y tienes toda la vida por delante, al hogar definitivo aquí en la tierra…
    Besos… muchos, con toda seguridad, nos veremos por el camino…

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  2. Que el Mediodía te reciba con una enorme sonrisa, de esas que te alegran el corazón hasta medidas insospechadas.

    Y no olvides, querido amigo virtual, lo mucho que vales y que el errar (en caso de que lo hagamos) va en el ser, y me refiero al siendo, humano.

    🙂

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  3. Krishnamurti era tela de listo. Para mí, lo más acertado que dijo fue aquello de «No me sigáis. Qué cada uno aliñe las papas con lo que tenga a mano…» (+/-) (Ya sé que no es textual. Creo que lo dijo cuando presentó Concurso de Creedores en Bruselas. Por cierto, qué curioso, resulta que acreedor es lo contrario de creedor; es decir: la credibilidad ¡la otorga la pasta!)
    Tirar la casa por la ventana por amor es un placer increible; parece justo que tenga su resaca. Uno vive el momentazo con su pareja y, cuando la casa, de la ventana llega al suelo, viene a lloriquear al hombro de los amigos… Es normal. Yo hago lo mismo.
    Pero, cuando lo hago, me acuerdo de la madre de Boabdil el Chico -tan fina la mora- y retiro las lágrimas por si acaso.
    En resumen, charnego, lo tienes crudo: sin amor, sin casa… sin muebles. Menos mal que te frenaste con el Prius que, si no, tenemos que mandarte el tiro de mulas.
    No te va a quedar más remedio que fijarte en los amigos porque no te veo más patrimonio.
    Del anterior duelo te salió un libro; bonito, que conste. Pero, degenerando, como están las cosas, de éste lo mismo le escribes una canción a Falete.

    Un fuerte abrazo.

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