Carta no escrita


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«No es cierto que vengamos a este mundo a vivir;
venimos sólo a soñar.» (Poema azteca, anónimo. Recogido por Joseph Campbell en «Imagen del Mito», ed. Atalanta)

A veces me siento un poco estúpido escribiendo… pero no me tomen por loco… escucho una música aquí dentro y deseo bailar entre palabras y gestos, guiños y desaciertos… Un baile hermoso, templado, rítmico, de palabras, con palabras sujetas a sentimientos, a emociones arrinconadas, con cierta mueca y desequilibrio, pero nadie dijo que fuéramos perfectos… Es algo sonoro, algo que nace dentro y necesita salir y provocar el baile necesario… Porque la vida es baile, movimiento, dulce canto de esferas que colisionan en el tímpano del alma sensible… y uno se deshinibe en el baile… y entonces solo expresa… solo puede expresar…

Sé que hay cosas que no debería escribirlas, que forman parte de ese plano que los humanos llamamos privado o personal… Pero hace tiempo que no me dejo llevar por lo que se «debe» o no se «debe», sino por lo que se siente, y como sentía y deseaba escribir, pues lo hago… y siempre con el paciente permiso del lector atrevido que se atreve a seguir el ritmo de esta música… Porque de alguna forma sé que ahí fuera hay personas que desean bailar cierta música… Y qué mejor que poder compartirla sin miedo, sin temor al qué dirán. Desnudos, sin disfraces…

Y hoy lo hago porque me preguntaba como estará esa hoja de roble verde. Sólo deseo que esté bien, que las decisiones que se han tomado hayan servido para limpiar un poco esa saturación, o lo que fuera que haya sido más fuerte que el nosotros.

Me da pena esta huída hacia adelante, el no haber dedicado más tiempo a escuchar, a estar como hay que estar, a comprender. Ciertamente me da pena y siento una gran tristeza por haber dejado que el tedio pudiera vencer el regalo que la vida nos da. Las personas de nuestra edad y condición somos difíciles, de fuerte carácter y personalidad muy definida. Me doy cuenta que con la edad cada vez soportamos menos según qué cosas. Pero me pregunto porqué una y otra vez esas cosas, esas diez mil cosas que nos caracterizan, siempre son más poderosas que la reconciliación, que el encuentro, en definitiva, que el amor…

Menudo mochilón que traemos… a veces pienso que deberíamos darnos treguas constantes para descargar ciertas pesadas piedras, ciertos anclajes que nos adormecen o nos atontan o nos alejan de lo realmente profundo y necesario.

En otoño, cuando el frío invita a la reflexión interior, es natural que se echen muchas cosas de menos… Esas cosas de la esperanza… esa que te hace soñar con cosas hermosas y mágicas… con reencuentros casi imposibles… pero tan reales en el mundo invisible como son la fe, el amor, los abrazos lumínicos que trascienden cualquier barrera.

Llevo dos días sin comer… no lo digo por pena, simplemente lo digo porque es una señal de que las cosas que importan se fundamentan en otros principios. Y estoy francamente desganado, quizás porque hace dos días que me pegué un inmenso atracón con unos amigos… lo cierto es que no tengo apetito. Al menos hoy he conseguido meterme en la ducha y afeitarme, beber un vaso de agua, leer un par de páginas de un libro e intentar trabajar un poco… He visto algunas fotos… eran  realmente radiantes… luminosas… me he quedado mirándolas y he apreciado con más detalle la hermosura de esos rostros alegres y despreocupados… Había chimenea, una manta descansando en el suelo, los pies entrecruzados, esas melodías que terminan convirtiéndose en bandas sonoras inolvidables… era otoño, era, también, una primavera…

Hay personas que estas cosas no les conmueven en absoluto… en cierta forma sé que los poetas dan hoy día algo de pena, quizás porque no saben vivir en la vida racional, lógica y pragmática que esta existencia requiere… No me importa… soy así… y me gusta expresarme como soy, aunque a veces me esconda entre letras encriptadas para no llamar mucho la atención… sin hacer mucho ruído, sin esperar un trueque mínimo, ni siquiera con el deseo de conmover o de recibir ninguna respuesta ni ningún saludo… Sólo lo hago porque me apetece, porque lo sentía, como decía al principio… Escribir unas letras para decir: ¡ey amiga, vaya cabreo que hemos pillado, pero aquí estamos, igual que hace un año, casi en el mismo lugar, y casi sintiendo lo mismo, pero en una vuelta de espiral mucho mayor, más intensa, más cargada de deseo!

Y sí, en esos sueños, es natural, siempre crees que aún es posible el milagro… quizás por eso aún no soy capaz de hacer ningún duelo, ni de soltar ninguna lágrima… Es como si esa hoja de roble verde no se hubiera ido, como si pudiera abrazarla todas las noches y besarla todos los días… A veces incluso me levanto buscándola o miro por la puerta para llamarla y decirle eso de «cariño, vamos a ver un Doctor en Alaska»… Era un gesto tan simple, algo tan sencillo, y sin embargo tan profundo… Ver un «Doctor en Alaska», como si ese fuera nuestro mantra diario, nuestro necesario puente, aquello que unía en un sentido abrazo nuestras necesarias diferencias…

Me doy cuenta de que esta sociedad vive en una absoluta y extraña mentira… No somos capaces de vivir relaciones profundas, comprometidas, de esas que te hacen sentir la piel del otro como si fuera la tuya propia. Estamos en una especie de sálvase quién pueda, de indiferencia absoluta y salvaje hacia aquello que nos diferencia. Me pregunto que será de nosotros y nuestra deriva. A qué tabla de náufrago nos agarraremos cuando pasados los años y la vida, la sombra venga a recogernos. ¿Quién sostendrá nuestras manos? ¿Quién estará allí para desearnos el mejor de los viajes? No pienso estas cosas porque me sienta solo. La soledad también es un camino y todas sus sendas me son familiares. Pienso en estas cosas porque también conozco los otros ramales, y cuando has saboreado las mieles de la relación, tú único deseo es volver a abrazarlas.

Por eso, te abrazo en silencio, respetando tu decisión, y arrugando esta hoja virtual en la papelera de reciclaje. Lo hago por amor, ese amor desprendido, incondicional, que acepta al otro y lo respeta, revolviendo su aliento en la desesperada búsqueda del sentir. Te deseo el mejor de los caminos. Te deseo el mayor de los logros.

Con amor…
Y aquellos que fueron vistos bailando fueron considerados locos por quienes no podían oír la música” NIETZSCHE

6 respuestas a «Carta no escrita»

  1. Javier, no estás loco, quizás un poco difuminado, no es tan malo. Creo que eres un crack, lo intuyo, quizás solo te falte llegar profundo en algunas cuestiones. Vendrán cuando las cosas estén mas claras.

    Bueno, escribir puede ser un desacierto, según y como, sobre todo si pones la intimidad a disposición de todos, hay ciertos bailes intrínsecamente íntimos, cuando tengas tiempo reflexiona sobre esto. La intimidad yace donde se van a asentar los pilares de lo sagrado. Puede parecer que haya cierta batalla espiritual por ganar al exhibir el espíritu, pero no es así. La batalla está en escribir en soledad y decírtelo todo de una vez por todas, sin tapujos. Solo para ti, nadie tiene que saber de tus andanzas interiores, no es prudente hacerlo. piensa seriamente en ello.

    Más adelante es posible que quieras compartir alguna claridad con otros, pero créeme tampoco es necesario. Tu intimidad es tuya, es el camino que transitas para encontrar al final de cuentas una suerte de belleza que no está contenida en ninguna imaginación. Se íntimo, permanece íntimo. De todas maneras, cuando la claridad sea casi total, tampoco podrás hablar de ella,es imposible.

    Date un homenaje en tu soledad, o en tu compañía, no asocies a nadie en ese camino sagrado que recorres, tu camino íntimo. Uno puede bailar desenfrenadamente en compañía de otros, pero y desenhibirse por completo, pero el ser interno danza como mucho entre dos, y es otro tipo de baile.

    Coge un libro en blanco y escribe para ti, baila desmesurado si quieres, nadie verá. Escribe lo que está deseando salir fuera, sin medida. Descansa.

    Me gustaría que fueras feliz, amigo, abriga tu intimidad, cuídala con dulzura. No olvides algo muy importante: no hay después. Disfruta, vive, no busques, date cuenta de las cosas, no las cambies en lo interno, hazlas trizas en lo externo.

    Un abrazo, que más.

    PD: No estás loco, estás a punto de caramelo, estás en el proceso de hartarte de ti, ya es un logro.

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    1. Gracias anónimo o anónima por la cariñosa reflexión… El otro día le decía a un amigo que realmente solo escribo un ápice de todo lo que ocurre en una vida intensa… Es solo un pequeño reflejo, una mínima expresión, un atuendo necesario para disfrazar los verdaderos secretos y las verdaderas intimidades. Más allá de lo aparente, de la superficie, existen estrechos insondables que reservo para la posteridad, o para cuando no tenga ya dientes y algún día me dedique a contemplarlos con dulzura, e incluso a compartirlos con cariño… Solo se trata de romper con algún tabú metafórico, porque la hoja del roble no deja de ser un símbolo al igual que lo es la chimenea o el otoño convertido en primavera. Metáforas, símbolos, pistas para descifrar la otra cara del espejo… Cuando recordamos a Alicia en el país de las Maravillas, con sus metáforas y sus misteriosas expresiones recordamos cuanto lenguaje encierra el otro lenguaje… Hoy me escribía con un premio Planeta, un conocido escritor el cual me recordaba la frase del poeta Claudio Rodríguez: «siempre la luz viene de arriba»… él me decía, de arriba y de dentro… un abrazo sentido…

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    2. oye, al decirte «hartarte de ti» entiende que hablo del ego (Que por cierto no es Javier León).

      Otra cosa por favor. Seriamente. No hay libro alguno que te sirva en tu intimidad; no te sirve el tao, el Advaita, etc, etc. No hay letra escrita que te ayude (sólo son GPS burdos)

      No hay letra que ayude a Javier León. Al principio «fue el verbo» pero sólo al principio. No hay nada parecido en este mundo a Javier León, nada, absolutamente nada, por ello hay un camino único para tí, descúbrelo. No es nada relacionado con lo que conoces, nada de las filosofías, de los legajos místicos. Todo eso es un mal sueño, es algo simple que está en todo pero que esconde la niebla de tu búsqueda.

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      1. El universo se mueve por esa fuerza centrífuga que vagamente llamamos atracción, o amor… Claro que los libros sirven, y las palabras, y los amigos, y los amaneceres, y las parejas, y los hijos… porque amor es relación, al igual que existe una invisible relación entre el sol y los planetas, existe también una invisible relación entre nosotros y el mundo. Los senderos son individuales, pero siempre circundan los demás senderos, dando y ofreciendo constantemente impulsos atractivos que nos llevan más y más lejos… Realmente ya no existe búsqueda, sólo encuentros y reencuentros que impulsan el viaje… amigos con los que reír un rato y momentos para despertar al otro lado… Poco más… En el otoño de la vida, uno ya no aspira más que a relacionarse cariñosamente con el entorno… suave… muy suave…

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