
Ya no busco a Brahman en los paisajes imposibles de la India. Dejé de rezar a los dioses en las iglesias y hace tiempo que no viajo buscando fuera todo aquello que siempre termino encontrando aquí dentro. No deseo crecer, ni ser reconocido, ni tener éxito o dinero, ni poseer cosas ni tener a nadie que no quiera estar conmigo. Dejé de bucear en las entrañas del Ser para intentar, cada día un poquito, Ser, sin más. Ya no amarro, sino que estoy aprendiendo a soltar. Y cuando se van sonrío, deseando para ellos el mejor de los mundos posibles. He aprendido a decir adiós, sin que me cueste el alma. Ya no atosigo, sino que dejo que cada cual disponga de su tiempo, de su espacio, de sus creencias, de sus absurdos tan parecidos, en el fondo, a los míos propios.
Ya no busco el amor, ni lo espero. No busco el talento ni el aprecio ni el cariño como cuando mendigaba en cualquier esquina un trozo de alabastro luminiscente, aún pensando que eso calmaría mis angustias más dolientes. No quiero nada, de verdad. Quizás tal vez un poco de salud, y con ese poco, que me baste para vivir dignamente, sin molestar a nadie, el resto de mis días. Cuando muera, ojalá sea en silencio, sin hacer mucho ruido, por eso de no molestar ni siquiera en el último aliento. Y si molesto, desearé morir en paz, con esa sensación que me acompaña de que hice lo que pude, y de que, dado el instrumento asignado, no aspiraba a mucho más.
Por eso no quiero nada, excepto un poco de salud para pasear y contemplar el paisaje. Eso es suficiente. Abrazar a unos y a otros, especialmente a los animalillos, que no te juzgan ni te hieren. A esos los abrazo siempre. Estén tumbados en la hierba o corriendo de un lado para otro buscando algo para comer. Me acerco a ellos, les hago alguna de mis pesadas bromas, les sonrío y los abrazo. Abrazo a mi perro y a mis gatos, a las gallinas y algún humano que aún, humilde y sincero, dejó de juzgar.
A esta edad hablo ya como los viejos, y me refiero a los viejos de antes, porque los de ahora, con tanta cirugía y estado del bienestar no parecen viejos. Ni siquiera la palabra viejo está bien vista. Ahora nadie quiere ser viejo y a mí me gustaría llegar a viejo. Tener arrugas en la cara, sentarme bajo la sombra de algún árbol y mirar tranquilo la vida, sonriendo, contemplando los pajarillos, en paz. Un poco como ahora, que siendo joven me siento viejo. Sin ganas de batallas, sin ganas de explicaciones, sin ganas de pensar excesivamente la vida. Solo sentirla, apreciarla, vivirla en paz y en gerundio, siempre en gerundio. Me siento viejo y extraño, como si ya no habitara en mí, como si ya no habitara realmente en este mundo, que cada día admiro más y cada día que pasa lo observo con mayor asombro.
Los viejos son como los niños, se maravillan de las cosas sencillas. Y eso hago cuando doy de comer a los pajarillos en ese comedero que hicimos con los restos de madera justo en frente de la cabaña. O cuando cambio el agua a los peces mientras hacemos su nueva casa y observo cómo aletean entre mis dedos. ¡Son seres tan frágiles! Y aún así son consumidos como si fueran cosas. Admiro a todos los seres sintientes que en su sensibilidad superior defienden y protegen a esos animales frágiles. ¡Es tan hermoso este mundo! Fijaros en todas sus maravillas, alegraos por todo cuanto recibimos sin pedir nada a cambio, sin esperar nada a cambio. ¡Hay tanta riqueza, tantos dones! Ya hablo como un viejo. Como aquellos de antes que tenían la cara llena de arrugas y miraban desde la plaza todo cuanto acontecía. Eso hago ahora, respirar, observar la plaza, y ver qué ocurre.
- Gracias de corazón por apoyar esta escritura…


Una vez más, muchas gracias por tanta belleza. Tú escritura me.transporta mágicamente a espacios de paz dentro de mi.
Yo también me.he sentido vieja después de morir a una parte de mi que ya no necesitaba. He estado sintiéndome vieja sin serlo mucho tiempo. Ahora, sin embargo, vuelvo a sentir mi edad pero no he perdido todo eso describes que tanto me.gusta de la gente mayor. … Muchas gracias por abrir tu interior para.los.que te leemos de tan hermosa manera. .Un. abrazo grande
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Gracias siempre a ti querida Alicia… vivamos el tiempo que haga falta, sin mayor apego, y disfrutemos de cada instante con calma y amor… un abrazo grande…
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Hijo mío!! Por tus vivencias debes ir ya por tu tercera o cuarta vida. Sientete viejo por ser tan sabio. Cuidate.
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gracias querida!!!! seguiremos adelante con o sin sabiduría… 🙂
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