Vivir es no acabar


© Andreas Jorns

 

Vivir es no acabar. Acabar es solo morir.
Juan Ramón Jiménez

Hay una fuerza inherente que nos mueve hacia adelante. Más allá de toda dificultad, el principio de supervivencia nos lanza una y otra vez hacia el mañana. Me daba cuenta cuando hoy, afanosamente, cambiaba los aperos del tractor. Era la primera vez que lo hacía. Tras segar toda la finca, ahora tocaba labrarla, fresarla en el lenguaje del campo. No entendí el concepto de fresar hasta que esta mañana pasaba una y otra vez por los campos tupidos de hierba y otoñales hojas secas. Al terminar me acerqué a la tierra y parecía otra, esponjosa, blanda, aireada.

Aún no se trabajar la tierra pero aprendo gracias a los consejos de los paisanos, de los vecinos que se mofan un poco de nuestra ignorancia diciendo eso de “tantas carreras y no sabes labrar la tierra”. A veces me defiendo diciendo eso de que soy editor y escritor, que lo único que sé hacer es editar libros, escribir algo, meditar, reflexionar sobre la vida, crear utopías, imaginar el mañana, etnografiar el futuro. Esa visión de las cosas no les convence, porque alguien que vive aquí debe saber cambiar un apero y manejar bien el tractor, y que por muy doctor que uno sea, de no saber lo básico del campo, es sinónimo a ignorancia supina. “Estoy aprendiendo”, me digo a mí mismo para consolar mi ignorancia como granjero, como hombre de campo.

Pero es cierto que vivir es no acabar. Siempre pienso que hay mucho por hacer. No solo en estas casi cuatro hectáreas, sino en el mundo en general. Con o sin dinero, siempre hay mucho por hacer para mostrar simpatía al mundo, inofensividad, aprecio, cariño. Siempre me rijo por la ley de no molestar, de no hacer excesivo ruido. Pero si alguien lo pide o lo necesita, intento mostrarme cariñoso y atento. Y si alguien necesita ayuda, intento echar una mano, o dos, o las que pueda. Un abrazo siempre viene bien, venga de donde venga.

Hoy leía una frase que me repito a mí mismo desde hace muchos años: “Una Ley Oculta dice que la verdadera enseñanza espiritual debe darse gratuitamente; jamás debe ser vendida, ni estar supeditada a la posición económica del buscador”. Dar gratis lo que gratis has recibido, “para que a aquellos que den, les sea dado para que puedan dar nuevamente”. No todos pueden entender esta ley. De hecho, cuando esta mañana estaba peleándome con los aperos y viendo lo primitiva que aún es la tecnología en el campo, regía mis emociones bajo este principio.

“¿Qué hago yo labrando la tierra o cuidando esta finca?” Realmente hay una fuerza motriz que me empuja a hacerlo, a pesar del desagrado que me producen todo este tipo de actividades que nada tienen que ver con la sutiliza de la antropología, de la filosofía o del mundo de las ideas en general. Realmente llevo siete años practicando la ley oculta, dando mi tiempo, mis recursos y casi mi vida entera para que cierta enseñanza pueda ser compartida de forma gratuita a todo el que por aquí asome.
Claro que la enseñanza que se ofrece en este pequeño bosque es muy sutil. ¿Cómo explicar el misterio de la síntesis o la vacuidad o la impermanencia si no mostrando bajo el rostro del sol apenas algún resquicio disimulado? ¿Cómo hablar de la importancia de la inofensividad disfrazada con diplomacia bajo tres pequeños principios que afectan sobre todo al cuidado de la vida?

Es evidente que la enseñanza espiritual del futuro no será una enseñanza intelectual, como la que a mí tanto me gusta, sino que será una enseñanza que tendrá que ver con la intuición, con la sutileza que el contacto del alma ejercerá sobre nuestro cerebro y mente. Por ese en este lugar, que pretende ser humildemente la proyección simbólica de una verdadera escuela espiritual del futuro, intenta desarrollar esa intuición mediante el ejemplo y la práctica, mediante la observación y la meditación constante. Es solo un borrador, un boceto, pero esperamos que pueda inspirar a mucha gente.

Y por eso, supongo, esta mañana andaba yo peleándome con los avíos para poder fresar la tierra y así quedara preparada para la próxima primavera. No sabemos aún cómo será la normalidad en ese tiempo, pero hay que persistir y hay que continuar, cueste lo que cueste, cumpliendo con nuestra parte. Vivir es no acabar, así que continuemos adelante, aproximemos nuestra vida al pneuma, al espíritu que nos mueve, al alma que nos soporta. No hay mayor dolor que dejar de vivir. All you need is love… 🙂

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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