El amor crea un mundo que no se puede controlar


© Mikaela Holmberg

 

Qué difícil es amar en estos tiempos. No me quejo porque hice muchas locuras por amor, y eso siempre queda ahí, grabado a fuego, inolvidable. Pero el mundo olvidó la pasión, el arrebato, el aforismo que conmueve, el abrasador y ardiente instante de esa mirada sempiterna. Eso ya no se destila. El romanticismo murió hace exactamente cien años y un día. Pero más allá del ilusorio espejo de lo romántico hay algo verdadero.

El amor crea un mundo que no se puede controlar. Por eso el amor no tiene cabida en este gran hermano donde todo está ya resuelto, donde todos mantienen las guías de un guion inamovible, dónde la improvisación y el arrebato están mal vistos. No se puede hablar de frenesí, ni de excitación, ni de férvida fogosidad sin que te miren raro. No se trata de una pulsión descontrolada que nazca del muladhara, sino de algo que va más allá de todo eso. Me refiero al impulso indestructible que crea vida, inteligencia y consciencia. Me refiero a la embriaguez del alma, aquello que produce movimiento allá donde la quietud reina.

Hay pensamientos, palabras y hechos que consumen tiempo. Luego hay emociones que lo elevan, que lo subliman, que lo engrandecen, que lo ensanchan. Hay instantes, a veces fugaces en la memoria cósmica, capaces de subrayar una nota, una simiente, algo indestructible. Es difícil que el mundo de hoy entienda esto. Las redes nos atrapan, las redes nos alejan de la pulsión. Las redes anulan nuestra voluntad, nuestra improvisación, nuestra lealtad a todo aquello que no se puede controlar.
Algún día los enamorados se rebelarán, como lo hacían en la conocida novela de George Orwell. Volverá el amor a crear un mundo que no se pueda controlar. Un mundo dónde todo penda de la improvisada visión del amor, una visión siempre guiada por las entrañas del propio universo, de ese caos ordenado, pero indescifrable. ¿De dónde si no nacemos cada uno de nosotros? ¿De dónde surgen todas las criaturas, todos los mundos, todo aquello que existe?

Más allá de los tristes, de aquellos que gobiernan sus vidas bajo los miedos, el interés o el egoísmo, no se podrá evitar el triunfo de un mundo amoroso. Supondrá una tara en el tejido, un fallo en el sistema, pero no podrá anularse nunca la verdadera naturaleza del amor. Algún día el mundo dejará de estar hueco y vacío y volverá a sentir adhesión hacia el misterio, amistad, alegría, risa, valentía, curiosidad, integridad, amabilidad, cariño, dulzura, júbilo.

No podemos traicionar a la devoción que alguna vez sentimos por la existencia. No podemos vender, esconder, apartar aquello que nos creó. El amor es uno de los tres principios de la creación. Crea mundos y crea vida. Impulsa la belleza y dota al ser humano de su genuina esencia. Algún día saldremos de este laberinto y podremos ver que sin amor, no hay nada. Será cuestión de tiempo el surgimiento de ese mundo incontrolado, subversivo, disidente, sedicioso. ¡Abajo las redes! ¡Viva la vida!

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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7 respuestas a «El amor crea un mundo que no se puede controlar»

  1. El mundo está cambiando, está claro. Las redes han cambiado la forma de actuar. Pero yo creo que hay más que esperanza, hay brotes verdes surgiendo entre el caos.
    El amor mueve el mundo, en contraposición con el miedo. Según dejemos el miedo atrás, seremos más libres. Más Amor…
    Un abrazo ^^ 🍀

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  2. Estamos en deuda con el romanticismo… con sus poetas… Keats, Wordsworth, Goethe…
    Julio Cortázar, en su ensayo «Imagen de John Keats» escribía:
    «En el gran romanticismo inglés no hay egotismo al modo cultivadamente subjetivista de Lamartine o Musset; no hay mal del siglo endémico. La idea general consiste en que el mundo es deplorable, pero la vida —en o contra el mundo— guarda toda su belleza y puede, en la realización personal, transformarlo. Otra idea conexa es que el llanto debe reemplazarse por el grito, la elegía por la oda, la nostalgia por la conquista.»
    Cuan diáfana se muestra esta polaridad en Keats!… en su vida…en sus cartas a Fanny.. en su poesía. Así lo expresaba en su «Oda a un ruiseñor»:


    Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
    En las profundas cuevas de la tierra
    Que supiera a Flora y a la verde campiña,
    Canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
    Oh, si una copa de caliente sur,
    Llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
    Ensartadas burbujas titilando en los bordes,
    Purpúrea la boca: si pudiera beber
    Y abandonar el mundo inadvertido
    Y junto a ti perderme por el oscuro bosque!

    Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
    Que entre las hojas tú nunca has conocido
    La inquietud, el cansancio y la fiebre
    Aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
    Y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
    Donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
    Donde aún el pensamiento se llena de tristeza
    Y de desesperanzas, donde ni la Belleza
    Puede salvaguardar sus luminosos ojos
    Por los que el nuevo amor perece sin mañana


    En éste nuestro mundo, «fatigoso y incomprensible» como Wordsworth lo adjetivaba, vivamos para que habite y resuene en nosotros este hermoso canto al amor y a la belleza.

    Un abrazo

    Xavi

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    1. Gracias Xavi por traernos estos hermosos poemas de John Keats… son inspiradores, son, diría, casi necesarios para recordar lo sublime y la belleza… otoño pide melancolía, leer a Keats y a los románticos ayuda… Gracias de corazón por compartir… un abrazo sentido…

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