El alma reclama su propio camino


© @itsreuben

«Mejor que perdonar, es sanar la imaginaria herida, que el imaginario agravio abrió en el herido ego, del aparente yo». Aldous Huxley

¡Ay qué poca cosa somos! El mundo se desmorona, y nosotros tan apegados siempre a nuestros pequeños dolores, dolores que terminan, paradójicamente, convirtiéndose en todo un mundo. Y allí arriba las estrellas colapsan unas con otras, soportando el caos universal, mejorando en lo posible el misterio de las leyes de la termodinámica. Y nosotros viviendo en la queja, en la insoportable levedad de nuestro ridículo ser. Mientras que un poco más allá, no tan lejos, se extinguen especies, se contaminan los mares, se agotan los recursos, se masacra culturas y se aniquilan hermanos contra hermanos en guerras que nunca acaban.

¡Ay que ridículos que somos! Siempre padeciendo por cualquier cosa. Por un mal de amores, como es el caso, por una incertidumbre de ahora qué hacer, sin saber cómo sanar la imaginaria herida de ese imaginario agravio de ese pequeño y risible ego, del aparente yo.

Es cierto, lo admito, no tengo nada que perdonar. Nada me hicieron que no me dejara hacer. Ahora que amar se ha convertido casi en un delito, nada hice contra la nueva ley, esa ley social donde todo lo que es real es mentira, y todo lo que es mentira es real.

Y ahora que admito que ya no tengo nada que perdonar, y que por lo tanto, a mi pequeño ego herido lo puedo mandar a hacer puñetas, me dan ganas de salir al mundo y de buscar algo real, algo de carne y hueso, algo delictivo como es amar. Sí, no sé si porque llevo mucho tiempo durmiendo, algo ha nacido esta mañana, recién levantado, que me empuja a transgredir, a desobedecer el orden establecido, el orden de la mentira.

No sé qué me pasa, que ahora que siento haber vivido una gran mentira, tengo ganas de compensar viviendo una gran verdad. Salir al mundo, a los caminos, enamorarme de nuevo, furtivamente, quebrantando el duelo, sustituyendo la quimera y el disimulo por una gran historia real. Salir y encontrar a alguien que quiera vivir una gran aventura de amor. Alguien lo suficientemente cuerda y verdadera que desee alejarse del mundo mentiroso, que desee abrazar una vida bucólica en las montañas, viviendo en una humilde cabaña, creando una salvaje y filosófica familia. Estoy convencido de que ahí fuera hay alguien que desea vivir la vida buena, la vida feliz, la vida real. Estoy convencido que alguien sin miedo, será capaz de entregarse a la Vida, la Consciencia y el Amor en una nueva primavera humana…

Así que sanaré la imaginaria herida con dosis de realidad. Me lanzaré a cualquier aventura, a cualquier camino, y que sea lo que las estrellas en su maravillosa composición deseen para nosotros. La herida supurará, todo se sanará, el equilibrio se restablecerá, y lo que tenga que suceder, inevitablemente sucederá. Adiós aparente ego, ridículo yo. El alma reclama su propio camino, y a él me debo y me entrego. El camino del loco, que decían los antiguos, me espera. No habrá más duelos, amaré en silencio, como siempre, y dejaré que el sometimiento de la tribu mentirosa no pervierta nunca más mi propio camino…

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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3 respuestas a «El alma reclama su propio camino»

  1. Abrirse a la ardua tarea de a-mar es el sendero que nos muestra el camino hacia la esencia de lo que estamos hechos. Sin embargo, amar con H nos acerca aún más al portal dimensional de donde venimos y a donde hemos de regresar…El verbo amar se creó para los flojos e ilusos, decía mi padre.

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