¿El gran fracaso de la Gran Renuncia?


Grupo de amigos que apostaron por la gran renuncia en el proyecto O Couso

El título lo copio de un artículo de un diario de tirada nacional (ver aquí), y lo pongo entre interrogación para advertir de que quizás no haya sido un fracaso del todo. En estos últimos años han pasado muchas cosas que han cambiado para siempre nuestra forma de ver el mundo. Primero, el Covid y todo lo que trajo consigo (acabamos de editar un libro que habla de la pandemia desde una perspectiva alternativa, ver aquí). Ahí, en ese momento de crisis mundial, se gestó en nosotros muchos interrogantes existenciales que nos hicieron pensar que quizás la vida valía la pena si podía ser vivida (ver algo más sobre mi gran renuncia personal aquí). Muchos se dieron cuenta de que, de alguna manera, tenían la mente contaminada con la rutina, la inacción, la comodidad y simpleza de una vida rutinaria y aburrida. Pero algún tipo de chispa explotó dentro de nosotros, dando a continuación el nacimiento de la Gran Renuncia. Miles de personas que de repente dejaban sus vidas cómodas y se marchaban al campo a vivir una vida nueva.

Los que hicimos esa renuncia hace una o dos décadas no nos pilló por sorpresa. La vida bucólica en el campo estaba dentro de nosotros y queríamos experimentarlo. Creamos un bonito proyecto (ver aquí) que intentaba impulsar a otros a que también alcanzaran esa gran renuncia. Pero nos dimos de bruces cuando nuestra generosidad infinita empezó a ser cuestionada con estupideces de todo tipo. La que marcó un antes y un después, sin duda, fue aquella en la que la queja se expresaba porque no había aguacates en el desayuno. Diez años luchando para mantener un espacio diferente, alternativo, plural y brillante en muchos aspectos resumido en esa queja. Fue un momento muy frustrante, agotador y desesperante (gracias querido Enrique por desencadenar aquella inevitable ruptura).

Al cerrar el proyecto me di cuenta de que de alguna manera estaba haciendo una gran renuncia, pero a la inversa. La sensación que tuve y que aún arrastro es como la del titular de ese diario: algo ha fracasado. La vida bucólica en el campo no fue tan bucólica como uno se imagina. Nos faltaba de todo al principio y diez años después, no había aguacates en el desayuno. Más allá de la ilusión de los comienzos y de la proyección hacia un futuro mejor, las fuerzas y nuestros ahorros menguaron hasta el límite.

Sin embargo, pasado un tiempo, algo late dentro. Al leer el artículo, el cual cuestionaba el fracaso de esos miles de personas que se marcharon al campo y que luego, de alguna manera, han regresado a la ciudad, obvia que dentro de esas gentes que han saboreado el halo y las mieles de esa libertad casi absoluta, late dentro de ellos la semilla sembrada. Me doy cuenta cuando observo mi realidad actual, aburguesada, tranquila, sin sobresaltos. Viviendo de un oficio que me gusta y apasiona rodeado de libros y conocimiento y cultura y espiritualidad, siento que algo late. También lo siento cuando hablo sosegadamente con unos y otros que estuvieron allí, que experimentaron aquel milagro y comprobaron por sí mismos que otro mundo es posible. Y lo latente, ya sabemos que al final sale de alguna manera, nace de nuevo, se reinventa, surge hacia una nueva oportunidad.

Por eso sueño que, de alguna manera, aún no imaginada ni soñada, esa nueva gran renuncia está ahí, esperando de nuevo. Quizás no sea tanto una renuncia material con una bucólica vida en el campo, pero de alguna manera, si habrá una renuncia a todo lo que tenga que ver con el egoísmo y el individualismo de nuestra época. Atesorar experiencia posibilita tener una visión más amplia de cómo actuar en el futuro. Solo es cuestión de tiempo para que todos aquellos que se sintieron fracasados en su gran renuncia, vuelvan de nuevo a soñar, a inspirarse, y a realizar su nueva y particular revolución, su nuevo y particular universo paralelo, como aquel que en el norte de España sobrevivió durante casi diez años lejos de los paradigmas actuales. Volver a intentarlo. Eso es lo que nunca fracasa. Y por omisión, el único fracaso real es dejar de intentarlo. Así que estemos alertas, que algo late profundamente, como un volcán que espera latente esa imparable erupción.

2 respuestas a «¿El gran fracaso de la Gran Renuncia?»

Deja un comentario