
El cielo gris es hermoso. Es preludio de lluvia, y la lluvia alimenta los campos. Esa frase me venía a la mente mientras desbrozaba esta tarde el jardín, totalmente asalvajado por la falta de tiempo y la preparación de la feria del libro. Tras un puente sin descanso preparando nuevos libros y la nueva web de Phylira, pensé que hoy sábado merecía un desahogo ordenando la selva que ha crecido gracias a las últimas y abundantes lluvias.
Durante estos días, cuando podía miraba las noticias y veía cómo medio mundo había aprovechado estos días para un merecido descanso. Y cuando asaltaban las primeras gotas de lluvia, pensé que mi merecido descanso era soportar el peso de la pesada desbrozadora, culminando con ello el sueño alegre de una tarde diferente.
Es evidente que los cielos aparentemente grises traen siempre un regalo escondido. Ocurre también con los tonos tristes del alma. Vienen cargados de lluvia bendita que luego, en la primavera, hace crecer un florido jardín. Hoy, en la pausa del café, me hacían firmar tres libros de mi autoría a modo de regalo, y recordaba la última vez que firmé un libro, justo ahora hace un año. No soy dado a exponer ante los otros las obras que nacen de ese jardín interior, y me da cierto recelo y pudor tener que hacerlo. Quizás por eso nunca presento ninguno de mis libros, ni tan siquiera aquellos cuya autoría comparto con otros autores mucho más famosos. Alguien alguna vez me dijo que lo ideal es trabajar en silencio. Hacer buenas obras en silencio. Ayudar al otro en silencio. Provocar buenas acciones en silencio. Y lo demás ya vendrá por añadidura. Incluso cuando desbrozas en silencio un jardín abandonado.
Los diarios íntimos nunca son náufragos. Siempre hay alguien que puede encontrar inspiración en lo que a los antropólogos gusta llamar “historias de vida”. Contar un poco de uno puede servir de inspiración a otros. En el fondo, los libros, o lugares como este, no pretenden más que inspirar. Inspirar buenas acciones, inspirar valores, virtudes o legados que nos puedan hacer pulir nuestra piedra aún bruta. Devastar nuestras imperfecciones hace que seamos una piedra viva del edificio vivo que es nuestro mundo. Una piedra bien labrada, bien construida, bien ceñida a los patrones de la virtud, hace más fácil la vida. Si estamos de paso, ¿por qué no trabajar en hacer la vida más sencilla y feliz a los otros? A un hijo, a una pareja, a un amigo, a un familiar, a un vecino, incluso a un desconocido que requiere nuestra ayuda.
Por eso cuando veía la gran nube llegar, me surgió esa primera frase. Lo gris, incluso lo oscuro, tiene su propia función. Y tiene que ver con los tesoros ocultos, con la lluvia inmaculada que lo riega todo, con la satisfacción de que un invierno frío traerá una primavera exuberante y generosa. De ahí que, en mi reflexión, no me haya importado trabajar sin descanso estos días. Puede sonar gris o triste, pero seguro que algún fruto se recolectará.
Aquí entre nosotros, y sirva a modo de desahogo, solo me molestó, por decir algo, la intransigencia de un autor impaciente que me decía, con exagerada exigencia, que tendría cinco días por delante para sacar su libro. Le recordé que el proletariado y el artesanado, aunque él viva en otras esferas, tiene derecho a descanso, y aunque no ha sido mi caso, no iba a dedicar mi tiempo a ninguna exigencia, sino a sembrar lo que saliera del alma. Y lo que salió fue la urgencia de darle alas de nuevo a Phylira, por esa necesidad urgente de crear riqueza para terminar la construcción del almacén de la editorial. Reconozco que me dio tiempo a revisar completamente la exigencia del autor paladino. Pero lo que más me motivó fue pintar de azul el cielo gris, un azul lleno de mariposas, de Phylira, de esperanza.
Ahora ya llueve. He tenido que dejar el trabajo en el jardín exterior, pero me apetecía seguir regando el interior. No pude terminar de desbrozar toda la selva. Pero sí de desahogar en letras la lluvia de dentro. Dejaré un poquito para mañana, que es día del Señor y del descanso. Un día largo en el que preparar la aún más larga semana que nos espera.
Así es*, la cotidianeidad de cada momento incluido su cielo gris también tiene mágica presencia en la que por aquí entre lilos vuelan pájaros y mariposas.
Gracias querido Javier y muchas felicidades aunque sea un poco tarde, leí tu anterior post, te fui a felicitar y entre variopintos quehaceres se me fue el momento, así que muchas felicidades en tu no cumpleaños también y disfruta mucho, mucho de desbrozar y de sonreír en familia.
Bendiciones y un abrazo 🙏🏽🙏🏽🙏🏽
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Muchas gracias anónimo… 🙂 disfrutemos siempre de lo milagroso, en lo cotidiano.
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