La ambición de ser un hombre bueno


Siempre he dicho que cierta ambición sana es necesaria. Ambición por vivir mejor, por estar mejor, por desear lo mejor, para perseguir tus sueños y metas, para desarrollarte como ser humano pleno, para tener una pareja amante y comprensiva, para tener dinero suficiente para vivir con libertad suficiente, para mantener una cultura y una educación digna y amplia, para lograr objetivos y metas y superar las expectativas de la vida, para en definitiva, ser mejor persona…

Pero también está la otra ambición, la desmedida, la egoísta, la que no tiene fin ni límites. Esa que hace perder el norte con tal de conseguir un trozo de algo más, aunque eso sea a costa de casi todo. Las personas de ese tipo, normalmente mezquinas y sin escrúpulos, enseguida se cansan de aquello que consiguen. Se cansan de sus casas, de sus coches, de sus amigos, de sus parejas, incluso de sus hijos si estos no son lo suficientemente ambiciosos o necesarios. A veces la ambición desmedida se convierte en delirios de grandeza y eso pervierte y pierde a la persona. Los brindis al sol les dilapidan con tal de ser portada de una nueva conquista. Anulan a cualquiera que les haga sombra, y jamás se relacionan con seres que según su concepción, estén por debajo de su condición. Ambicionan el poder, la fama, el dinero, los honores y el estatus sacrificando con ello cualquier atisbo de humanidad. No la necesitan, no está en sus planes, la humanidad no es necesaria para “estar ahí”. Tampoco el amor o la amistad.  Hay personas tan pésimamente ambiciosas que pasan a la historia como el pastor griego Eróstrato, el cual según nos cuenta Valerio Máximo, «se descubrió que había planeado incendiar el templo de Diana en Éfeso, de tal modo que por la destrucción del más bello de los edificios su nombre sería conocido en el mundo entero». Patético, pero tal es la desmedida ambición.

En el otro extremo están los seres pasivos, sin ambiciones, sin proyectos, nulos ante la parsimonia de la vida. Les importa un bledo hacia donde gira el viento, ya que necesitan de su suave aleteo para dirigir sus pasos. Su única ambición es poder soportar un día más lo mediocre de sus vidas. No aspiran a nada, no quieren nada. No necesitan nada.

¿Quién es entonces el verdadero hombre? ¿Donde está el camino del medio justo y necesario? Creo que Rudyard Kipling lo describe muy bien en su poema If. No necesita más comentarios excepto su atenta lectura. Su fuerza, su frescor, su esencial verdad lo impregna todo:

 

Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor,

han perdido la suya y te culpan de ello.

Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.

Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
Y aún así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida,
y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas.

Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice: «¡Resiste!».

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos que valieron la pena recorrer…

Todo lo que hay sobre La Tierra será tuyo,

y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.

 

12 respuestas a «La ambición de ser un hombre bueno»

  1. la verdadera ambición humana es: un abrazo sentido, de un amigo de verad, q te diga amigo estoy aqui no estas solo, aqui tienes a un amigo,
    tranquilo todo va a salir bien «ya lo veras». un amigo es el tesoro mas va-
    lioso que podamos tener.

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    1. hola guapa apuntate a mi facebook.maria carmen torrico borrego.
      me compadezco de el caso de RICARDO PORTALES, y de su familia que se ven en la calle sin dinero ni protección, sin oficio ni beneficio y me preguntaba si había alguien que pudiese echarles un cable.y COMO FUNCIONA EL SISTEMA, después de haber hecho lo correcto como estaba bajo protección el y toda su familia, desde luego en esta vida no sabemos como vamos acertar, en fin os dejo esto :

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    1. SI TE ANIMAS YA SABES , ESTA BIEN PORQ ASI NO TE PIRDES INFORMACION,
      MC, TIENE YA A MAS DE 5000, HA TENIDO Q ABRIR OTRA DIRECCIÓN PORQ FACEBOOK NO PERMITIA MAS CANTIDAD, Y LA SUPERADO, UN BESOS Y UN ABRAZO TAMBIEN PARA TI.

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