La felicidad se administra en los pequeños gestos


Ordenar miles de libros, salir un rato a dar un paseo, trabajar en libros con el calor de la chimenea, pasear entre riberas y tumbarnos en la hierba tras saborear un salmorejo y una de bravas. Ayer tocó paseo por San Calixto, un lugar lleno de increíble fuerza no sólo histórica, sino telúrica. Se notaba cuando paseábamos entre sus montañas o cuando nos dejábamos abrazar por las interminables sombras de sus centenarios eucaliptos. La vida parece tranquila, intentando disfrutar de las cosas sencillas. Los perritos han descubierto nuestro nuevo refugio y ahí se han instalado. Son increíbles. Su fidelidad y amor incondicional no deja de sorprenderme. Fuimos a verla casa. Seguíaahí. Fue una sensación extraña. Pero no había tristeza ni apego. Solo paz interior.

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