Supermán es negro, emigrante y gay


Lo que más me sorprendió de este hombre que mendigaba algunas monedas en el céntrico barrio hispalense era su alegría.

Al principio me pareció algo esperpéntico verlo así disfrazado, con ademanes afeminados, pobre emigrante desesperado por la crisis y el hambre. Pero quise detenerme unos minutos y observarle descubriendo un mundo multicolor que brotaba de todo su ser. Pura magia, puro espectáculo. Pura vida. Pura supervivencia.

No le importó que le hiciera esta foto. Radiaba cierto amor hacia la vida, hacia la dignidad de ser hombre a pesar de las circunstancias. Estaba entero y regalaba humor y simpatía a todo el que estuviera delante. Me preguntaba de donde habría sacado ese disfraz de supermán, y me preguntaba si sería capaz de volar alto, muy alto, lejos de esas prisas y esos coches locos que vociferaban horrendos gestos.

Ahora que escribo estas palabras me hubiera gustado abrazarlo. Hubiera sido valiente por mi parte acercarme un poco más a él, sin miedo, mirarle a los ojos como hice pero con cierta cercanía. Tocarle la cara y abrazarlo como el lo hacía con su serenidad humana, con su exótica forma de llamar la atención.

Así que, aunque no conozca a ese superhombre, quiero brindarle, en honor a la vida y a su vida, este pequeño momento de gloria que reclamo al cielo para agradecer tan increíble visión. Gracias Supermán.

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