¡Cambio libros por banderas!


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Estoy en Suiza, trabajando en una oficina internacional donde puedes hablar tranquilamente en inglés, español, catalán, francés, alemán… Nadie te dice nada por usar una u otra lengua, por ser de un lugar u otro. Lo importante es entendernos para que el trabajo fluya. También, en este ámbito de trabajo, lo importante es el conocimiento, la sabiduría, la consciencia, y para ello, lo que se emplea son libros, muchos libros. Me han encargado poner orden en la sección de libros y es un placer estar entre tanto y tanto conocimiento acumulado durante años y expresado en libros y manuales. En Ginebra esto se palpa en el ambiente. Un lugar cargado de instituciones internacionales como la ONU o la Cruz Roja. Es maravilloso ver a todos unidos por la causa común.

Mientras miraba los libros, los acariciaba y los trataba con el cariño necesario, se me ocurría la idea de que el mundo iría mejor si cambiáramos libros por banderas. Me imaginaba a todos los que estos días se peleaban por sacar la bandera más grande que pasaría si leyeran más, si viajaran más, si tuvieran experiencias internacionales. Me imaginaba si ese bochornoso espectáculo del otro día en el balcón del ayuntamiento de Barcelona se hubiera transformado en una fiesta de todos y para todos, independientemente de nuestra creencia y de nuestro sentido de patria o nación, de tenerla. Me imaginaba a todos los ciudadanos trabajando unidos por una causa mayor no basada en el origen o la nación, sino en la buena voluntad en acción, en el amor profundo a la humanidad una.

Por ello, aprovechando mi fortuna personal que se traduce en libros, os invito a cambiaros banderas por libros. Abro a partir de ahora la campaña “Pon un libro en tu vida”. Propongo que los egoísmos y creencias particulares sean cambiados por valores universales. Leamos, admiremos al otro, abracemos las diferencias, pero apartando el letargo de nuestro espejismo y la ilusión de nuestras creencias. Seamos sensatamente más abiertos, más curiosos, más entregados a las causas del mundo, alejándonos inevitablemente de nuestro ombligo, de nuestra pequeña patria, de nuestra emoción nacional. No hay naciones en el trabajo por la unidad dentro de la diversidad. Sólo hay personas de carne y hueso, que diría nuestro Unamuno.

¡Por eso, cambio libros por banderas! Como canto de libertad, como canto de alegría, como canto sincero de que el mundo vuelva a la razón, a la consciencia, y no a la irracional forma de sentirnos superiores o diferentes, exclusivos o beneméritos.

¡Cambio libros por banderas! Como aquella canción antigua que pretendía bucear en la alegría del ser, en la arrojadiza esperanza del mundo nuevo. Sí, claro, es posible, por eso… ¡cambio libros por banderas!

Envíame cuantas banderas quieras y a cambio pide cuantos libros quieras… Ese es el trueque mínimo, ese es el camino ligero del compartir… Palabra de editor, cuya fortuna personal se traduce en libros, más libros.

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