Sembradores de luz


DSC_0116

«La Ciencia Oculta es una amante celosa y no permite ni una sombra de indulgencia para uno mismo; y es ´fatal´, no sólo para el que lleva una vida conyugal normal, sino incluso para la costumbre de comer carne y beber vino. Me temo que algún día, cuando los arqueólogos de la séptima ronda desentrañen y saquen a la luz la futura Pompeya de Punjab-Simla, en lugar de descubrir las preciosas reliquias de la ‘Ecléctica’ Teosófica, sólo descubrirán algunos restos petrificados o vítreos de la “Espléndida herencia”. Este es el más reciente vaticinio que corre por Shigatsé». KH, Carta de los Maestros, Nº 18/62

 

Me encuentro en Ginebra, en uno de los centros que más tiempo y recursos ha podido dedicar al estudio de la ciencia oculta. No se trata de una revelación exterior, sino de una suerte interior el poder estar aquí encerrado, trabajando discretamente como voluntario mientras camino atientas en búsqueda de inspiración. Mi apoyo es humilde. Uno siempre hace lo que puede cuando navega en el mar de la expansión de la consciencia imponiendo criterios de ayuda que muchas veces resultan ser tropiezos vagos en la penumbra.

Suiza es un lugar de paz. Lo he podido comprobar en estos días donde media Europa está tomada por las armas, los ejércitos y la sinrazón. Aquí no hay un resquicio de duda sobre cual es el camino a seguir. La paz solo puede existir si dentro de los corazones humanos se alberga algún tipo de esperanza sobre la propia humanidad. Y eso solo es posible sembrando semillas de misterio en el ser humano.

Sigo aderezado a los libros. Encuentro en ellos una fuente de inspiración capaz de transportarte a lugares tan lejanos como el valle de Shigatsé. Hay escritos antiguos que están cargados de misterios que albergan algún tipo de luz, algo que te hace sentir especialmente vivo, imprescindiblemente diferente. La vida atraviesa desde lo intangible a esos niveles moleculares capaces de movilizar las miríadas de energías necesarias para que una mano o un pulmón respire. El movimiento siempre es hacia fuera y hacia dentro, como el respirar. Cogemos algo de ahí fuera para transformarlo en energía aquí dentro. Luego surge la fuerza, el poder de transformar todo aquello que resplandece en lo que vagamente llamamos mundo tangible. Realmente lo material, contemplado desde los avisperos del misterio, parece algo plástico y cambiante, sumergido en un líquido acuoso donde poder navegar plácidamente. Por eso los libros producen paz. Por eso los libros son semillas amigables y necesarias.

La ciencia oculta no es más que ese brillo interior que podemos arañar con delicadeza para sustraer todo su néctar. En su sabor encontramos resquicios de verdad que nos asombran por su sencillez tan cargada de complejidad. Realmente todo es más sencillo de lo que parece. Solo hay que saber donde está la clave de la sencillez, el secreto y la llave que abre la puerta lúcida. Estudiar un libro, leerlo con detenimiento nos abre una puerta. Es la luz o el corazón lo que luego nos guía.

Todo está cargado de misterio. Estoy entregado a ese sublime espacio que derrama prudencia al mismo tiempo que anima a que todos puedan otear la maravillosa fiesta que se esconde tras el velo. No hay trama más oculta que aquella que maneja los hilos de nuestras vidas, ese secreto que alguien enterró dentro de nosotros para que, ignorantes y ciegos, seamos incapaces de descubrirlo.

Algo hermoso recorre este momento. Tiene que ver con la entrega, con la generosidad, con la renuncia. Ese sacrificio no es una inmolación, es una resurrección. Nada se pierde. Todo se gana. Hay que seguir sembrando.

Deja un comentario