La retirada emprendedora. Hacia un exilio programado


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Un momento de liberación de almas. Ayer, tras dirigir unas sentidas palabras en un círculo de sabiduría al grupo de pioneros de O Couso recibí uno de los abrazos más cálidos y sentidos de los que recuerde… Las lágrimas brotaban de nuestros corazones en señal de respeto, reconocimiento y amor… Gracias de corazón por tal hermoso regalo… Gracias por el coraje de seguir adelante… 

“Debe recordarse que cada campo de percepción constituye dentro de sus límites una prisión, y que el objetivo de todo trabajo de liberación es liberar la conciencia y expandir su campo de contactos”. (D.K.)

El filósofo italiano Paolo Virno nos decía que la mejor manera de combatir el estado presente era mediante la práctica de una retirada emprendedora, mediante el exilio, alejados de todo aquello a lo que se combate. La teoría del éxodo propone que la manera más efectiva de oponerse al Estado no es mediante la confrontación directa, sino mediante una defección en masa creando nuevas formas de comunidad. El escape y la evasión, la fuga y la huida, la deslealtad e infidelidad hacia todo aquello que participa en la destrucción diaria de nuestro ecosistema.

Las leyes nunca están terminadas. La vida nunca está terminada. Todo se complementa en una lucha constante que a veces deriva en una organización compleja determinada por las posiciones cotidianas de todos los elementos que participan en ella. Un bosque puede parecer un elemento perfecto. Los árboles crecen lentos, se dejan paso unos a otros para alcanzar la mayor cantidad de luz. El sotobosque revive las fuerzas y protege la vida, alimentando a cada organismo que, seducido por el nutriente, vive allí.
Pero a veces ocurre que hay un elemento perturbador. Ese elemento somos nosotros. Seres depredadores de todo tipo de riqueza, de todo aquello que antes se organizaba de forma equilibrada. Depredamos los suelos, el agua, la tierra, el aire. Depredamos los alimentos y generamos residuos. Pero, sobre todo, depredamos nuestro tiempo, más bien lo vendemos. El antropólogo Jonathan Friedman afirma que la esclavitud no es más que una versión antigua del capitalismo, otros antropólogos como David Graeber opinan que el capitalismo moderno es más bien una versión renovada de la esclavitud. Ya no hace falta un grupo de personas que trafiquen con otro grupo de personas, nosotros nos vendemos a nosotros mismos. El sistema de salario o el sistema asalariado es el más efectivo sistema de esclavitud existente.

Por eso vivir en el exilio es una forma de alejarnos de nuestra pequeña hipocresía diaria. Hablamos una y otra vez de formas de liberación, pero permanecemos esclavos de nosotros mismos. No somos coherentes. La coherencia es algo complejo, algo difícil de alcanzar. Por eso el alma, ante una puesta de sol, ante un abrazo, ante un momento íntimo de soledad, tiende a susurrarnos algo al oído. Algo indefinible, algo inaudible, un pequeño toque de clarín que a veces no identificamos. Pero ahí está, una y otra vez. En los bosques, en la naturaleza, ese toque es más intenso.

Es cierto que a veces tenemos miedo de liberarnos de todo aquello que nos acerca a la incertidumbre. La incertidumbre realmente no es tal cuando te dejas guiar en la noche oscura por la voz del alma, por el susurro de esa luz que se teje despacio en nuestro interior. Tomar consciencia de nuestra pequeña hipocresía personal, de hacer una cosa que no corresponde con lo que realmente sentimos, es un primer paso para entrar en la coherencia que la vida nos pide. Una retirada, una huida al exilio es una forma de dar un paso hacia cierta libertad interior, que no es más que un estado del Ser.

  • Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

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