El mundo después del Apocalipsis


a
Hoy instalando la puerta pitagórica

La ermita está desierta a las ocho de la mañana. Antes de ir hasta allí para meditar me da tiempo a sacar a las gallinas y mirar los prados verdes cargados de flores. Esta semana tuvimos algunas bajas. El zorro aprovecha que la hierba está alta y azota sin piedad a los animales más despistados. Primero fue el gallo, el cual había sobrevivido milagrosamente a una extraña enfermedad. Luego una pata hermosa a la que le había cogido un especial cariño. Sentí una gran angustia interior al enterrarla. Me pregunto por qué hay aún gente que come pato, o paté de pato. Ayer dos gallinas más. Las crisis estructurales se manifiestan en diferentes planos, y el mundo arquetípico actúa mandando señales inequívocas.

A pesar de todo, hace unos días preciosos y a esa hora la naturaleza se expresa con esa ansiedad típica de querer vivir y estrujar al máximo cada meollo existencial. Hoy ha sido un día de no parar. Teníamos la esperanza de poder terminar de instalar la puerta pitagórica en el anexo de la cabaña para seguir profundizando un poco más en la privacidad en este lugar tan concurrido. También instalamos unas cortinas y enfocamos la atención en redecorar la pequeña cabaña para adaptarla a este nuevo tiempo que se presenta. He tardado seis años en darme cuenta de la necesidad de cuidados intensivos que cada cual requiere para que la exposición prolongada al mundo no termine con la salud, el bienestar y el equilibrio. Un gran aprendizaje la de estos meses.

Curiosamente, mientras ahondábamos en la privacidad, hoy salía en prensa la noticia del cierre de O Couso durante todo el próximo año. Es una noticia importante para nosotros y al parecer de interés para la prensa. Creo que el cierre es necesario, al menos el cierre público ante la imposibilidad de poder atender, especialmente en verano, los protocolos de higiene y salubridad propuestos por las autoridades. En otoño e invierno la actividad es prácticamente mínima aquí, así que, este año será un momento único para repensar todo lo realizado hasta el momento y reajustar todas las crisis sufridas para aprender de las mismas y metamorfosearnos. Como primeras conclusiones, el lugar aún no está totalmente preparado para la idea de comunidad. Al menos de comunidad tradicional. Así que dedicaremos los próximos años al proyecto de Escuela y en ese tiempo nos daremos una pausa para reformular la siempre difícil y compleja convivencia.

También justamente hoy venía el constructor que ha estado haciendo reformas en la casa en los últimos meses. Haciendo cuentas, hemos gastado más de quince mil euros en los últimos meses y aún solicitaba casi siete mil euros más. No estaba de acuerdo con esos cálculos y al final la deuda ha quedado en dos mil euros. Ya le he dicho que habrá que asistirla con paciencia dados los tiempos extremos en los que vivimos, y que, hasta que no quede saldado ese dinero, no podremos continuar con la obra.

Así que viendo el panorama, habrá que tomarse este tiempo como un año sabático, pero sobre todo, como un año de reinvención interior, de calma, disfrute de las cosas simples y de mucho sosiego. Aunque ya en julio un conocido escritor y presentador de televisión me ha propuesto participar en unos encuentros dando una charla. Hace tiempo que no doy entrevistas, ni presento libros, ni doy conferencias, pero si los amigos lo piden, pues hay que acudir. Tendré que hablar sobre como será el mundo después del Apocalipsis en el que aparentemente estamos viviendo. Creo sinceramente que exageramos, que lo que ha pasado no es nuevo y que seguramente volverá a pasar en el futuro. Las epidemias, las pandemias y las pestes siempre existieron. Lo novedoso, quizás, es que el ser humano está tomando consciencia colectiva, y empieza, aún torpemente, a actuar globalmente.

En estos meses de pandemia me ha tocado por suerte la compañía de un ser excepcional. No puedo hablar mucho de ella porque es tabú, pero sí puedo decir que me siento afortunado por estar viviendo estos días apocalípticos a su lado. Me siento afortunado y agradecido a la vida por estos momentos únicos e irrepetibles, de auténtica comprensión, correspondencia y compartir.

No sé que deparará esta próxima década. Repasando la de hace un siglo, aquellos años locos, no parece muy esperanzador lo que vaya a pasar a partir de ahora. Por ello, la pregunta en sí misma es baladí. ¿Cómo será el mundo después del apocalipsis? No creo sinceramente que el apocalipsis vaya a llegar. Pasaremos malos momentos como humanidad, habrá crisis, reajustes, tensiones, pero no el final de un mundo. Al menos no próximamente. Porque es cierto que algo está cambiando en la cosmovisión mundial, pero esos cambios son embrionarios. Aún no se han desarrollado del todo. La vida seguirá igual. Volveremos a las nuevas rutinas. Recordaremos estos meses como unas peculiares vacaciones o como alguna batallita más que contar a los nietos. Lo que habrá, de nuevo, es esa normalidad que, despojada de su inocencia, seguirá reclamando dosis de serenidad.

Es tarde, aún guardo el cansancio de estos días que he pasado desbrozando hierba y haciendo de carpintero. Las horas pasan volando. El tiempo no perdona. Tengo ganas de poder descansar. Mañana haré un suelo, pasado otro y el siguiente seguiré desbrozando. Hay mucha hierba alta y el zorro acecha.

Gracias de corazón por apoyar esta escritura…

donar

Deja un comentario