Agradecido al 2023, un año agridulce


Con los amores en nuestro nuevo hogar

Hace unos días viajaba hacia el valle del Tiétar para pasar el día con unos amigos y dedicar un trozo de tiempo a trabajar en un libro de próxima aparición. Era impresionante ver desde la finca la inmensa silueta del Almanzor desafiante entre nieblas y llovizna tardía. Como el coche es completamente silencioso y dispone de esas modernas ayudas a la conducción que te permiten abstraerte aún más en pensamientos profundos, empecé a hacer en el viaje repaso necesario del año que terminaba.

2023 ha sido un año de muchos cambios, la mayoría agridulces. Muy parecido al año 2013 (donde empezó el periplo hacia Galicia), 2003 (donde empezó el segundo periplo hacia Andalucía) y 1993 (donde empezó el primer periplo a Andalucía)… Observo que para mí esos años son puntos de inflexión que de alguna manera cambian mi vida de forma radical cada diez años. Eso que los expertos llaman años de tránsito o de tensión. Y toda tensión produce muchos cambios a muchos niveles, reajustes kármicos que dirían los místicos orientales, al mismo tiempo que se prepara la tierra para una nueva expansión de la consciencia individual, pero también colectiva.

La pérdida de la utopía fue un proceso muy duro, al mismo tiempo que liberador. Tras diez años dedicados a una fijación, a una idea, a un ideal, fue muy complejo a nivel interior reconocer la suma de fracasos y errores y plegar velas para volver a puerto seguro y volver a empezar. El poema de Charles Baudelaire describe y sintetiza muy bien esta experiencia: “-Pues, ¿a quién quieres, extraordinario extranjero? -Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá…. ¡a las nubes maravillosas!” Sentirse algo extranjero y solo desear vivir contemplando la impermanencia que las nubes maravillosas reclaman como metáfora en el cielo. Solo de esa manera, sin desear oro ni patria ni trono, se puede sobrevivir a la pérdida de un alto ideal.

Perdí en ideales, pero gané en amor. Ella me acompañó en todo el proceso de forma fiel y silenciosa, contemplando paciente la dureza de la pérdida. Se mantuvo firme en lo bueno y en lo malo, y eso fue dulce y amable, necesario y profundo. Estuvo ahí, que es lo que siempre se pide cuando necesitas apoyo incondicional. No salió corriendo, ni abandonó el barco a pesar del rumbo errático de los primeros instantes, y cuando hubo que plegar velas, fue la primera en subir al mástil para rizar y despejar el horizonte. Al terminar la jornada y llegar a puerto seguro, dobló bien las velas, adujo los cabos, baldeó la cubierta y el casco con agua dulce, aseguró el timón, apagó los instrumentos, cortó la batería, cerró los grifos de fondo y esperó paciente la recuperación de todo.

En ese vaivén de acontecimientos, cambios drásticos y mudanzas tuvimos cinco abortos. Esta fue quizás la experiencia más agria y dura de todo el año. Abortos de repetición, lo llaman, y a pesar de todas las pruebas realizadas, y más allá de los vaivenes e idas y venidas existenciales, seguimos sin encontrar la causa. El quinto fue quizás el más difícil, ya que escuchamos el corazón latir y llegamos a pensar que este sería definitivo. Pero al segundo mes la nueva vida nos abandonó de nuevo y nos hundió en un pozo complejo y difícil. Quizás nuestra agotada energía tras tantos cambios no era suficiente para que a nivel magnético, se implantara la nueva vida.

Es cierto que materialmente pudimos poner en orden muchas viejas deudas y empezamos a sembrar una casa sólida para la próxima década. Pero toda esa serenidad material no pudo ahogar la pena por la pérdida. Ahora toca trabajar duro para equilibrar lo material, profundizar y revitalizar lo emocional y recuperar la parte intelectual y espiritual, excesivamente abandonadas en este año de tensión y crisis. Cuando la base sea sólida en todos los aspectos, deberemos seguir pensando en la manera de se hacer algo bueno para el mundo, porque la vida, sin la generosidad del compartir, carece de sentido.

Así que con esas pérdidas nos enfrentamos al año nuevo. Confiando en que todo vuelva a la calma, y que con la calma, lejos de la mar brava, la Vida fluya de nuevo.

Pd. En la foto «los amores», Geo (Geotini de Calcutini), Luna (Lunichi), Aura (Aurichi, la perrita Gusanera) y Lago (Galgu), que han soportado pacientes y a veces depresivos, todos los cambios sufridos estos meses.

2 respuestas a «Agradecido al 2023, un año agridulce»

  1. Hola Javier, mis deseos y energía para que este 2024 sea bueno para ti y, ya sabes, la Ecoaldea Espiral es tu casa, siempre estaremos encantados de recibirte cuando quieras y por el tiempo que desees, naturalmente bajo el lema de: sólo ocúpate en estar bien, feliz y conectado a la energía del amor. Como verás cuando nos visites, hay en la ecoaldea espacios nuevos como el Espacio Esenio y la Cueva del Renacer. Te adjunto un video sobre el Espacio Esenio, que es el último que hemos creado. Un gran y amoroso abrazo Javier : https://www.youtube.com/watch?v=Bj-eKfrBO88

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