Vitriol


Me alegró mucho ver que el trabajo académico diera algún pequeño fruto, o inspiración para otros. Tantos años de esfuerzo para luego pretender que alguien se fije en tu investigación y te citen en la suya. Gracias Pedro por las siete citas de tu excelente trabajo. En el fondo, el mundo académico se resume en eso. Cuánto más eres citado, más prestigio tienes. Y para ser citado, tienes a su vez que escribir docenas de artículos académicos que serán publicados, previo pago, en revistas científicas con mayor factor de impacto, reconocidas con el distintivo de JCR, el Journal of Citation Reports.

Las editoriales también tenemos algo parecido llamado SPI, el Scholarly Publishers Indicators. Siempre soñé que uno de nuestros sellos, Dharana, que se dedica a editar estudios académicos y libros de ensayo, pudiera acceder al SPI, pero me doy cuenta de que los sueños cuestan mucho dinero, tiempo y recursos, y que todo tesón requiere precisamente de eso, de dharana, de concentración.

Así que, para desahogar mi frustración académica, esa que interrumpí, a pesar de sacar con cierto éxito el doctorado, para dedicarme al mundo editorial y a las utopías, fui al encuentro mensual de artistas, académicos y poetas que se realiza en la Iglesia de Santa Teresa, en el número trece de la plaza de España. Fue muy emocionante reencontrarme de nuevo en ese lugar después de casi diez años sin asistir. Abracé con fuerza a su fundador y director de ceremonias, el cual conocí en un contubernio que se organizó hace casi quince años en la montaña mágica de Montserrat. ¡Ay qué tiempos aquellos! También abracé con fuerza a amigos que seguían fieles al encuentro, con sus cantos, sus poesías, sus reflexiones. Amigos que me acompañaron en la utopía ocousera y que sueñan con revivir aquel mito como algo tangible. Me sorprendió ver allí a dos tertulianas famosas que viven de lo epidérmico de la sociedad recitando poemas y escuchando con atención a artistas de prestigio, profesores de universidad y masones que no hacen ascos a la cruz y la sotana. Qué contrastes más extraños puede uno ver en esos lugares de encuentro.

El lugar, semblante de la cueva original, de lo subterráneo, de la oscuridad necesaria para que germine la semilla del alma, estaba lleno de mística, de símbolos, de rituales, de espacios sagrados, de un intento por retomar la llama de algo que vemos como se está perdiendo. Diría que un intento desesperado en este mundo cada vez más desacralizado, profano y secularizado. Allí dentro, con el permiso de los carmelitas descalzos que nos acogían en el templo, se recitaba con música de órgano el padre nuestro en arameo, o la gran invocación o el non nobis templario. Tanto monta con tal de abrazar lo religioso, lo místico, lo transpersonal, lo supremo, lo esencial, lo prístino, lo sagrado. Dicho de otra manera, ahí dentro, la mente concreta intentaba abrazar a la mente abstracta, esa que nos lleva a imaginar mundos posibles, lejos de la nefasta contemporaneidad de nuestro siglo plagada de reguetón, centros comerciales y eso que llaman el mundo del “entretenimiento”. El alma manifestándose con su aullido desesperado.

Y precisamente en ese abrazo desesperado uno intenta alejarse de esa superficialidad, de ese entretenimiento que nos mantiene en la deriva de la inconsciencia, de la sumisión, del contrabando con nuestras vidas, del supuesto logro social a cambio de la epidérmica satisfacción de estar bien. Qué nefasto engaño para el alma y sus propósitos. Estar entretenido, distraído, para no pensar, para no creer, para no expandirnos como seres completos.

Echo de menos el mundo académico porque te hace pensar y posicionarte críticamente ante una sociedad depravada, perdida y obtusa. Echo de menos el mundo espiritual porque te hace expandir el pensamiento hacia universos incognoscibles, los cuales te llevan inevitablemente a actuar contra la injusticia, hacia la verdad y enfrentarte directamente contra las causas de todo mal. Y en un mundo enfermo como el nuestro, por mucho que intentemos maquillarlo, hace falta acción, sentido de la responsabilidad y compromiso con esa verdad superior que tenemos abandonada.

Echo tanto de menos esas cosas, que ayer me vi rehabilitando un antiguo gallinero para convertirlo provisionalmente en un lugar de meditación y oración. Ese es el nivel a falta de nuestra añorada ermita: Vitriol. Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem: Visita El Interior De La Tierra, Rectificando Encontrarás La Piedra Escondida. En esas andamos.

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